«La salud pública es tan vieja como la humanidad»1. En esta época, marcada por la COVID-19, conviene volver al preámbulo del documento New challenges for public health, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1996; un texto escrito en la antesala de un nuevo siglo, en plena pandemia de sida, señalando algunos de los grandes cambios globales y los retos de una nueva salud pública.
Alexander von Humboldt fue posiblemente el polímata más importante del siglo xix. Con amplios conocimientos en diferentes disciplinas, tras su viaje por América Latina recogió algunas reflexiones sobre el impacto que tiene la modificación de la naturaleza: «la humanidad tiene el poder de destruir el entorno, y las consecuencias serán catastróficas»2. A su vuelta a Berlín publicó Ensayo de Geografía de las Plantas, donde presenta la que es posiblemente la primera infografía conocida: el Naturgemälde. En ella, partiendo de una imagen central del Chimborazo (un volcán ecuatoriano), realiza una descripción comparativa de diferentes ecosistemas del planeta. Humboldt fue un gran salubrista, sin saberlo.
La gran foto actual para el análisis causal del riesgo de enfermedades infecciosas es amplia y compleja (fig. 1). Es una imagen con diferentes contenidos, no solo microbiológicos, que están íntimamente conectados entre sí: estructuras de desigualdad generadas por sistemas neoliberales y patriarcado; debilitamiento de los sistemas nacionales de salud; modelos productivos intensivos y depredadores; repercusión en el cambio climático; cambios demográficos y envejecimiento poblacional; conflictos internacionales y movilidad en poblaciones hacia grandes núcleos urbanos, y cambios en la vivienda, el ocio y las relaciones sociales, son algunos de los elementos causales para analizar el riesgo de futuras pandemias3–5.
Con todo esto, ¿existe un alto riesgo de nuevas enfermedades infecciosas? Sí4,5. La nueva gran foto, esa Naturgemälde de la salud pública del siglo xxi, señala claramente los riesgos para la emergencia de nuevas enfermedades infecciosas. Y también para la aparición de otros problemas de salud.
Parafraseando a Geoffrey Rose: si los problemas son globales, las soluciones han de ser globales. Una vez desplegado ese gran mapa, si los problemas son complejos, no podemos proponer soluciones simplistas y fragmentadas. ¿Qué hacer? Muchas cosas no son demasiado nuevas y ya venían señaladas en el texto de la OMS1:
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Alejarnos de la fragmentación de conocimientos y saberes. Lejos de establecer líneas divisorias entre departamentos y disciplinas, es necesario buscar modelos integrales de conocimiento y trabajo. Integrar disciplinas. Algo que ya tenía en su cabeza Humboldt cuando publicó Cosmos.
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Homogenizar modelos. Evitar diferentes «marcas» que duplican acciones: Health in all Policies, One Health, Healthy Cities, Sustainable Development Goals, Planetary Health, Global Health, etc., etc. Nos estamos embarullando, diciendo lo mismo de diferentes formas.
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Es obvio, pero hay que insistir en la necesidad de sistemas nacionales de salud (públicos y universales) centrados en la atención primaria y la salud pública.
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La pandemia de COVID-19ha puesto el centro en la salud pública como una autoridad sanitaria vigilante y tomadora de decisiones, pero se ha avanzado todavía muy poco en el refuerzo de sus estructuras.
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Gestionar pandemias es organizarnos mejor. Es necesario avanzar hacia una gobernanza y procesos de acción comunitaria entre las instituciones que gestionan esa gran fotografía y los agentes de salud, asociaciones y ciudadanía —los activos para la salud, en fin— que trabajan y viven en los territorios.
La carta ha sido elaborada por el autor basándose en la conferencia Análisis de riesgo de enfermedades infecciosas a nivel mundial, impartida en el Congreso Internacional de Medicina Familiar, Ecuador, 1-4 de junio de 2022.
FinanciaciónLa Sociedad Ecuatoriana de Medicina Familiar se hizo cargo del viaje y alojamiento del autor en el Congreso Internacional de Medicina Familiar.
Conflictos de interesesNinguno.