Tras el éxito de la edición digital1 del estudio Andalucía y la cartografía histórica de las pandemias, se publica ahora en formato papel una edición corregida por los autores que incluye un amplio conjunto de mapas, planos, óleos, cronologías, líneas del tiempo, gráficos, grabados y tablas, lo que la convierte en una referencia de las aplicaciones de la cartografía a la epidemiologia.
La relación entre la geografía y la salud pública es muy antigua. La monografía hipocrática De los aires, aguas y lugares es un ejemplo documentado. La comprensión de la importancia del entorno físico y social sobre la salud de los griegos clásicos fue un estímulo para el desarrollo de las topografías médicas, antecedente a su vez de los llamados diagnósticos de salud.
Sin embargo, su aplicación epidemiológica es mucho más reciente. Claro que la epidemiología como método de análisis también lo es. En cualquier caso, el mapa de las defunciones por cólera en el barrio del Soho, alrededor de la fuente de la calle Broad, durante la pandemia de septiembre de 1854, que confeccionó John Snow para contrastar o reforzar, y desde luego ilustrar su intuición acerca de la etiología infecciosa de la epidemia, es uno de los ejemplos más célebres de la utilización del lenguaje cartográfico en salud pública. El «mapa fantasma»2, como lo denominó Steven Johnson en su famoso libro.
Un recurso que la innovación tecnológica ha desarrollado notablemente y que constituye en la actualidad una potente herramienta para la protección colectiva de la salud comunitaria, una de las funciones esenciales de las administraciones públicas sanitarias. Mediante el acceso a las adecuadas referencias geoespaciales, el conocimiento de la dinámica de las epidemias es mucho más preciso, de manera que aumentan las probabilidades de adoptar las medidas de control y de prevención más idóneas. Y esto es aplicable tanto en el escenario de las pandemias como en el de los brotes epidémicos. Lo que fomenta la iniciativa de Médicos sin fronteras, Missing maps3.
Volviendo al texto que nos ocupa, constatar que aborda la evolución de este género cartográfico al compás de las pandemias que han irrumpido en la historia: peste, fiebre amarilla, cólera, gripe, VIH/sida y COVID-19. Para cada una de ellas se hace una referencia a sus estadios, al contexto internacional, al marco español y al ámbito de la región andaluza. Su apartado cartográfico y visual se sustancia en un repertorio de decenas de mapas y planos de diferentes épocas, escalas, coberturas y formulaciones, en los que pueden distinguirse tres series interrelacionadas en sus contenidos.
En primer lugar, las producciones cartográficas calificables como históricas, elaboradas contemporáneamente, o casi, a su ocurrencia, generadas desde siglos atrás, con una selección de las piezas ejemplares, globalmente hablando, aunque se hayan priorizado las que atañen al territorio español y, en especial, todas aquellas que ha sido posible localizar referentes a Andalucía.
En segundo lugar, se incorporan imágenes cartográficas procedentes de atlas, libros, artículos y estudios varios de distinta fecha y de una amplia nómina de autores que se retrotraen al análisis y la representación de pandemias de diversas épocas.
Y en tercer lugar, como contribución particularmente significativa, se aporta una serie de mapas y planos elaborados exprofeso en los que, sobre bases cartográficas históricas adaptadas, se representan una variedad de aspectos de la incidencia de las pandemias del pasado en el conjunto de la región andaluza y en varias de sus provincias y ciudades a partir de los datos disponibles, facilitando una expresiva visión cartográfica retrospectiva de esta decisiva faceta en la trayectoria de Andalucía.
Finalmente cabe destacar, en opinión de este lector, la utilidad de la cronología de las pandemias, incluida en el apartado de introducción y que se divide a su vez en tres breves epígrafes titulados las líneas del tiempo: la del entorno planetario, la de la Península Ibérica y la de la cartografía temática médica, en la que se deja constancia de un primer mapa de epidemias, relativo al episodio de peste negra de la ciudad napolitana de Bari elaborado en 1691. Mapa que Felipe de Arrieta complementará con otros dos en los que se representan los dispositivos de cuarentena instaurados.
Tampoco es desdeñable la exhaustiva bibliografía general sobre el asunto que puede facilitar la posterior profundización en algunos de los acontecimientos mencionados, aunque el uso del criterio bibliográfico estándar requiera una cuidadosa atención.
FinanciaciónNinguna.
Conflicto de interesesNinguno.