En relación con el artículo Cribado del cáncer colorrectal: no es lo mismo predicar que dar trigo, ni se empieza la casa por el tejado, publicado en su revista1, querríamos matizar algunas de las afirmaciones que contiene respecto a la efectividad del cribado, la baja participación de la población o la posible iatrogenia asociada a la práctica de la colonoscopia.
Entre las distintas pruebas de cribado que se han venido proponiendo, la determinación de sangre oculta en heces y la sigmoidoscopia han demostrado su efectividad en ensayos clínicos controlados y aleatorizados, con un nivel de evidencia 1 y un grado de recomendación A2. Así, la reducción de la mortalidad por cáncer colorrectal se sitúa entre un 15% y un 18%, y se estima que puede llegar hasta el 30%2,3. Además, la detección y la resección de pólipos adenomatosos puede reducir la incidencia de esta neoplasia2,3.
El tipo de prueba empleado, junto con el modelo organizativo del programa, son los principales determinantes de la participación2,3. Un estudio reciente demuestra que la utilización de métodos inmunológicos aumenta en un 12,7% la participación y en un 1,2% las tasas de detección de adenomas avanzados y de cáncer colorrectal, en comparación con la prueba de guayaco4. La sensibilidad del test inmunológico para la detección de cáncer colorrectal y adenomas ≥1cm alcanza el 98% y el 67%, respectivamente, mientras que la especificidad es del 99% y el 97%2,3.
La introducción de modelos organizativos que mejoren la accesibilidad al programa, el grado de información de la población sobre éste y la participación de los agentes de atención primaria puede incrementar significativamente el cumplimiento2. En los programas de detección precoz de cáncer colorrectal de Barcelona y de la comarca del Alt Penedès se ha contemplado la incorporación del farmacéutico comunitario en el plan funcional y la coordinación con los equipos de atención primaria, con lo cual se están alcanzando ya participaciones superiores al 45% y tasas de detección de cáncer y de adenomas de alto riesgo de 4,6 por mil y de 18,2 por mil, respectivamente.
Las complicaciones asociadas a la sedoanalgesia, la propia colonoscopia o la extirpación de pólipos son aún menos frecuentes, en un contexto de cribado, que las que menciona el artículo citado. No obstante, con el fin de minimizarlas es fundamental un estricto control de calidad en las unidades de endoscopia que las realizan. Conscientes de ello, la Asociación Española de Gastroenterología y la Sociedad Española de Endoscopia Digestiva han elaborado la Guía de práctica clínica de calidad en la colonoscopia de cribado del cáncer colorrectal5, cuyos indicadores de calidad ya están siendo adoptados por los programas6.
La comparación de los resultados preliminares de nuestros programas con los obtenidos en experiencias previas en el entorno, tanto en lo que se refiere a las tasas de participación y positividad como al valor predictivo para la detección de cáncer colorrectal y adenomas, sugiere que algunos aspectos ligados a la estructura y el proceso de dichas actividades pudieran ser importantes para su efectividad en términos poblacionales7.