Gaceta Sanitaria se ha adherido recientemente a la iniciativa REWARD (REduce research Waste And Reward Diligence [Reducción del desperdicio de investigación y recompensa de la diligencia])1. La iniciativa ha sido liderada por la revista The Lancet desde 20152, justificada por el hecho de que el desperdicio en la investigación científica es alarmante desde una perspectiva ética y económica. Se ha estimado que el 85% de la investigación se desperdicia, bien sea porque se plantean las preguntas equivocadas, porque está mal diseñada o porque no se ha difundido adecuadamente3. Gaceta Sanitaria ha sido la primera organización española en adherirse a esta iniciativa. Tal preocupación por mejorar la eficiencia es compartida con otras importantes revistas científicas, así como por instituciones académicas y gobiernos nacionales y regionales que se han sumado a la iniciativa REWARD (BMC – BioMed Central, Cochrane, University of Oxford, National Health Service del Reino Unido y Servicio Sanitario Regional de Emilia Romana, en Italia, entre otros). En el panorama actual de restricción presupuestaria, los/las profesionales de la sanidad y de la investigación tenemos la responsabilidad no solo de avanzar en el conocimiento en ciencias de la salud, sino también de hacerlo de manera escrupulosamente eficiente.
La investigación en salud pública y gestión sanitaria tiene también desafíos importantes ligados a la eficiencia, como son la reproducibilidad y la transferencia de los conocimientos a la práctica, a la gestión y a las políticas.
En primer lugar, si bien las prácticas de investigación reproducibles son parte integral del método científico y columna vertebral de la calidad de un trabajo, se ha demostrado que su reproducibilidad se enfrenta a muchas barreras, tanto contextuales como sistemáticas4. La información sobre la estimación de la reproducibilidad de la literatura científica es escasa y generalmente opaca4. Los análisis más conocidos, desde la psicología y la biología del cáncer, encontraron tasas de alrededor del 40% y el 10%, respectivamente5. No obstante, una encuesta reciente efectuada con investigadores/as de varios campos es más optimista, pues el 73% de quienes participaron consideran que al menos la mitad de los artículos en su campo pueden ser repetibles de manera fiable4. Un reciente manifiesto firmado por investigadores/as del Reino Unido y de los Estados Unidos defiende que mejorar la reproducibilidad y la eficiencia de la investigación científica aumentará la credibilidad de la literatura publicada y acelerará la innovación6. En el manifiesto se aboga por la adopción de medidas para optimizar la validez y la reproducibilidad, incluyendo aspectos relacionados con los métodos, la forma de presentación de informes y la difusión, la evaluación y los incentivos. Hay algunas evidencias y estudios empíricos que apoyan su probable efectividad6.
En segundo lugar, tenemos el reto de la influencia, la aplicación de conocimientos y la transferencia a la práctica clínica. Un artículo firmado por I. Chalmers (cofundador de la Colaboración Cochrane) y D.M. Fox (presidente emérito del Milbank Memorial Fund), dos pioneros de la medicina basada en la evidencia, llama la atención sobre el hecho reconocido de que gran parte de la actividad clínica y la gestión sanitaria no está basada en la evidencia científica7. Los autores proponen políticas y acciones para avanzar en el uso de la investigación que se publica. Recomiendan el fortalecimiento de la colaboración entre quienes investigan, financian, editan y proveen los servicios de salud. Esto permitirá conformar una «cadena de producción y aplicación de la investigación». Con respecto a los/las editores/as y directores/as de revistas científicas, recomiendan que solo deben aceptar nuevos estudios primarios cuando las revisiones sistemáticas hayan demostrado deficiencias o incertidumbre en la investigación existente, y asegurarse de que los resultados de la investigación se presenten en el contexto de revisiones sistemáticas actualizadas. De la misma manera, los artículos que se publiquen deben alcanzar los requisitos de detalle y calidad para su inclusión en revisiones sistemáticas, y así ser útiles para la formación de la base de evidencia en la clínica y en la salud pública. Existe también una prometedora línea de trabajo desde las «ciencias de la implementación»8,9, en la cual las revistas científicas tienen un papel muy importante, por ejemplo velando para que el contexto y las condiciones en las cuales se efectúan los trabajos estén suficientemente documentados, incluyendo la descripción de facilitadores y barreras10.
Gaceta Sanitaria no solo velará por la calidad de los trabajos que se publican, sino que también pretende mejorar la eficiencia de la investigación en salud pública y gestión sanitaria haciendo énfasis en la reproducibilidad y la transferencia, aumentando así el valor de la investigación. Se maximiza el potencial de investigación cuando: 1) se establecen las prioridades correctas de la investigación basadas en el conocimiento existente; 2) se utilizan metodologías de investigación que maximizan la validez de los resultados; 3) se ponen a disposición los informes de investigación completos, incluidos los datos de base y los programas; y 4) se proporciona información sobre el contexto, las barreras y los facilitadores encontrados. A lo largo de este año esperamos desarrollar un plan de acción para avanzar en estos aspectos. Invitamos a otras revistas de salud que se publican en España, y a instituciones públicas y privadas, a unirse a esta iniciativa (fig. 1).