Las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) forman parte innegable de la sociedad española. A pesar de que este colectivo constituye un grupo social cuantitativamente y cualitativamente relevante en nuestro país, la orientación sexual1 y la identidad de género1 no están recogidas en la mayoría de las estadísticas y estudios de salud nacionales, por lo que poco se conoce acerca de las necesidades específicas, problemáticas y desigualdades en salud de la población LGBT en España.
A pesar de que la legislación ampara el derecho a la no discriminación2 y, más concretamente, a aquella por razón de sexo y orientación sexual3, así como el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad4 del colectivo LGBT, múltiples organizaciones nacionales e internacionales han puesto de manifiesto la existencia de numerosos incidentes de discriminación y violencia hacia estas personas en España5, así como episodiosde discriminación desde los servicios de salud6.
Aunque en nuestro país la evidencia científica es aún limitada, estudios realizados en otros entornos sugieren que las personas LGBT afrontan inequidades en salud y, en comparación con la población heterosexual, este colectivo presenta una mayor prevalencia de ciertos problemas de salud7,8 relacionados con el estigma social y la negación de sus derechos. La falta de aceptación personal, familiar y social en relación a la orientación sexual y la identidad de género no normativas puede afectar a la salud mental y a la seguridad y bienestar de las personas LGBT. La discriminación sufrida por estas personas ha sido asociada con elevadas tasas de enfermedades psiquiátricas, abuso de sustancias, suicidios y victimización9–11. Estas experiencias negativas pueden producir secuelas psicosociales duraderas tanto en las personas que las sufren directamente como en el resto del colectivo LGBT. Sin duda, en esta problemática de salud desempeñan un papel crucial los prejuicios y el odio hacia este colectivo, que se suman a los daños emocionales, psicológicos y físicos que causan la estigmatización, el aislamiento, la humillación, el acoso y la violencia verbal y física.
Necesidades específicas de saludHabitualmente las necesidades específicas en salud de la población LGBT son insuficientemente conocidas o incluso ignoradas por las autoridades sanitarias y por los profesionales de la salud. Según recoge la escasa literatura disponible, esta población presenta mayores tasas de trastornos de salud mental, como depresión y ansiedad, suicidio12, así como de abuso de sustancias, como tabaco13, alcohol y otras drogas recreacionales14. El acercamiento a esta materia es complejo, ya que en el seno de cada identidad se dan diferentes problemáticas: así, en mujeres lesbianas y bisexuales se ha descrito una mayor prevalencia de osteoporosis, sobrepeso y obesidad15, cáncer de mama, cáncer de cérvix y mayor riesgo de no acceder a servicios de cribado de cáncer16,17; en hombres gais y bisexuales se registran mayores tasas de infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) (en España, el 50% de los nuevos casos de VIH se producen por transmisión entre hombres que tienen sexo con hombres), hepatitis víricas y otras infecciones de transmisión sexual (ITS)18, cáncer anal, de próstata, testículos y colon19, y trastornos de la alimentación; y en personas trans, además de las necesidades relacionadas con el proceso de modificación corporal trans-específica, gestionadas desde las Unidades de Identidad de Género, existe una mayor discriminación20, elevadas tasas de violencia interpersonal y suicidio21,22, y menores tasas de aseguramiento médico que en personas heterosexuales o LGB.
Asimismo, las necesidades y problemáticas de salud del colectivo LGBT son distintas a lo largo del ciclo vital: por ejemplo, durante la adolescencia y primeros años de juventud, existe un mayor riesgo de suicidio23 y de encontrarse en situación de calle24. En edades adultas, la población LGBT presenta mayores tasas de consumo de tabaco, alcohol y abuso de drogas y, durante la vejez, a menudo afrontan otras barreras de salud a causa del aislamiento social y la falta de servicios sociales y de salud culturalmente competentes25,26.
Con el objetivo de garantizar que las personas LGBT puedan gozar de una vida larga y libre de enfermedad, es necesario eliminar las desigualdades en salud de este colectivo. Esto requiere un abordaje concreto desde los servicios y administraciones encargadas de la salud pública así como una atención sanitaria específica, que contenga una perspectiva de género y derechos humanos. Así pues, la vigilancia de la salud de la población LGBT debe abarcar numerosos temas, en relación con las distintas identidades y las distintas etapas del ciclo vital. Se deben tener en cuenta aspectos interseccionales27 dentro del colectivo de personas LGBT, como la diversidad funcional, ser migrante, pertenecer a un grupo étnico minoritario o históricamente desfavorecido, estar en situación de prostitución o cualquier otra condición o característica social añadida.
Los beneficios de la mejora de su salud y la reducción de estas inequidades incluyen la reducción de los costes sanitarios derivados de problemas de salud evitables, el aumento de la longevidad y del bienestar, tanto físico como psicológico y, como externalidad positiva, el aumento de bienestar social, y la capacidad creativa, la reducción de las desigualdades en el acceso al mercado de trabajo y el aumento de la productividad laboral28.
El papel de la salud públicaPor todo lo dicho anteriormente, es muy necesario que exista un área en el seno de la salud pública encargada de impulsar, dinamizar y liderar el abordaje de la salud de lesbianas, gais, bisexuales y personas trans de una forma integral y transversal. La defensa y promoción de la salud de esta comunidad se debe articular en conjunto con la atención primaria y con ayuda de las asociaciones LGBT y la sociedad civil.
Los ejes sobre los que se debe trabajar pueden ser:
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La salud y la educación sexual, que abarcaría desde la infección por VIH y otras ITS en la comunidad LGBT, hasta temas de incipiente demanda relacionados con la salud reproductiva o con el buen funcionamiento y satisfacción sexual.
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La lucha frente a la discriminación por orientación sexual e identidad de género (LGBTfobia), lo que nos remite a trabajar más y mejor sobre el impacto negativo que tiene en las personas LGBT y su salud.
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La promoción de hábitos saludables, abordando con especial atención los problemas de salud que afectan más específicamente a este colectivo, como el uso de sustancias perjudiciales para el organismo (tabaco, alcohol y otras drogas), el incumplimiento terapéutico, el uso inadecuado de los servicios de salud, etc.
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La formación del personal del sistema sanitario, servicios de salud y administraciones públicas con competencias sanitarias, tanto a nivel estatal como autonómico, para que conozca, comprenda y aprehenda la realidad de la orientación sexual e identidad de género, conozca los problemas de salud más importantes y tenga recursos para atender de manera adecuada y respetuosa a las personas LGBT.
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Implementar proyectos de vigilancia de la salud en el colectivo LGBT con el objetivo ulterior de realizar políticas adecuadas que mejoren la salud, la seguridad y el bienestar de las personas pertenecientes a esta comunidad.
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Fomentar la investigación en temas de salud LGBT, introduciendo la perspectiva de diversidad en el ámbito científico y potenciando redes y proyectos entre universidades, administración y organizaciones no gubernamentales con la participación activa del colectivo LGBT.
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Coordinación de todos los ejes de trabajo y las instituciones que tomen parte en la mejora de la salud y el bienestar de las personas LGBT.
Toda acción dirigida a abordar la salud de las personas LGBT debe realizarse desde un modelo que cuente con una perspectiva de género, derechos humanos y respeto a la diversidad, con la participación del colectivo LGBT, basarse en los principios de voluntariedad y autodefinición de las personas que acceden a participar y respetando la privacidad y confidencialidad que estos datos requieren, sin injerencias arbitrarias en su vida privada4. Los esfuerzos para mejorar la salud de LGBT pueden incluir muchas de las estrategias que a continuación se proponen, al igual que ya se han comenzando a implementar en otros países29–31:
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Evaluar los sistemas de información e incluir la recogida de datos sociodemográficos y sanitarios representativos de la población LGBT.
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Realizar estudios que permitan describir la situación del estado de salud del colectivo LGBT con el objetivo de elaborar políticas de prevención y promoción dirigidas a sus necesidades específicas de salud. Este análisis debe comprehender el impacto de los entornos heteronormativos y cisnormativos sobre estas personas.
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Tener en cuenta los determinantes sociales de las personas LGBT en la elaboración e implementación de programas o estrategias de salud dirigidas a este colectivo.
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Implementar políticas antidiscriminación en todas las administraciones públicas, incluyendo el ámbito sanitario y los centros educativos.
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Incluir formación específica dirigida tanto a estudiantes como a profesionales de la salud sobre necesidades específicas del colectivo LGBT, así como informar de qué manera acercarse a la realidad de las personas usuarias con el objetivo de mejorar la relación entre ambos.
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Garantizar el acceso a los servicios de salud en todas sus dimensiones.
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Poner en marcha planes de prevención de la violencia hacia las personas LGBT, especialmente contra la población transexual.
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Proveer servicios sociales de apoyo para reducir el riesgo de suicidio y de situación de calle entre los jóvenes LGBT.
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Evaluar las políticas de salud dirigidas a este colectivo.
C.C. Gil-Borrelli y P. Latasa se han encargado de la escritura del artículo, y tras la revisión crítica y aportaciones intelectuales de C. Velasco, P. de Beltrán, C. Iniesta y J. Curto, de la aprobación de la versión final para su publicación.
FinanciaciónNinguna.
Conflicto de interesesNinguno.