Hemos leído con interés el artículo recientemente publicado en su revista sobre los problemas relacionados con los fármacos en el servicio de urgencias de un hospital de Brasil, que documentó que casi un tercio de los pacientes atendidos eran a consecuencia del consumo de fármacos y que la principal razón fue la polifarmacia1.
Nos ha sorprendido que Andreazza et al.1 no encontraran en su trabajo que el ser anciano sea un factor de riesgo de reacción adversa relacionada con los fármacos en urgencias. En este sentido, nos gustaría apuntar que los pacientes mayores de 65 años son especialmente susceptibles, además de por tener una mayor probabilidad de polifarmacia, por la existencia de otros condicionantes tales como las modificaciones farmacocinéticas y farmacodinámicas debidas al envejecimiento, las enfermedades asociadas (como el deterioro cognitivo o la disminución de la agudeza visual), la automedicación y a veces los complejos regímenes terapéuticos2.
Estudios previos han documentado que las reacciones adversas a los medicamentos en los ancianos son causa del 10% de las visitas a urgencias3. Los fármacos más frecuentemente descritos en la población anciana atendida en urgencias son los antiinflamatorios no esteroideos, los antibióticos, los anticoagulantes, los antidiabéticos, los diuréticos, los betabloqueantes, los antagonistas del calcio, los agentes quimioterapéuticos y los fármacos con estrecho rango terapéutico, como la digoxina o la fenitoína3.
Desde el punto de vista de urgencias, y teniendo en cuenta que más del 50% de los pacientes atendidos en un servicio de urgencias hospitalario recibe una nueva medicación, de los cuales un 10% a un 30% recibe al menos una medicación inapropiada según los criterios de Beers4, es fundamental revisar los fármacos inapropiados y aquellos de alto riesgo de efectos adversos. Se han descrito los criterios de Beers, y más recientemente los criterios STOPP (Screening Tool of Older Persons’ Prescriptions) y START (Screening Tool to Alert doctors to Right Treatment), que son herramientas de utilidad a la hora de la prescripción terapéutica en los pacientes de edad avanzada. Cualquier medida de intervención farmacológica es fundamental en los servicios de urgencias hospitalarios, y muy especialmente en una población tan vulnerable como son los ancianos, con el fin de mejorar la seguridad del paciente5. Estamos seguros de que todo ello redundará en la salud de los pacientes y tendrá un impacto directo en los recursos sanitarios.