Epidemiología cercana es un libro ambicioso por los numerosos temas que trata, contenidos en sus 27 pequeños capítulos, de en torno a 25 páginas cada uno. Podría dividirse temáticamente en dos partes de igual longitud. Un menú que combina ciencia y política para una mesa de diálogo en la que introducirse a una epidemiología comprometida con la realidad, de la mano de un autor con una larga y respetable trayectoria profesional.
En su primera parte, el texto refleja preguntas y algunas respuestas sobre riesgos epidemiológicos conocidos asociados a distintas costumbres, algunas extendidas, que encontramos hoy en nuestras sociedades: el consumo de carne, la contaminación humana con pesticidas y otros tóxicos (DDT, PCB, dioxinas), el consumo de tabaco… Se invita así a hacer una lectura calmada, reposando tanto los datos epidemiológicos como las preguntas que formula o inspira, y que remiten a las dimensiones individual, comunitaria y política de la salud pública. Preguntas y datos que también reflejan la estrecha conexión entre el nivel local y global de la realidad, lo «glocal»: una realidad cotidiana que tiene elementos comunes y compartidos a lo largo del mundo, dada la globalización actual, la naturaleza interdependiente de las sociedades humanas y la estrecha heteronomía de estas con el planeta del que forman parte.
La conexión entre la realidad cotidiana y la salud de las poblaciones es la que permite entender, a lo largo del libro, la apuesta de M. Porta por una epidemiología que esté estrechamente unida a los problemas de la gente. Porque es de esa realidad cotidiana de la que depende de manera inextricable la epidemiología; es en ella donde trabajan las herramientas de esta disciplina para producir conocimiento útil para la acción y la toma de decisiones políticas. Un conocimiento orientado a la mejora de la salud y a la reducción de las desigualdades. Y precisamente por eso, por la naturaleza cotidiana de este debate, Porta se esfuerza por enfocar su discurso a un sujeto colectivo amplio, para que reclame la soberanía sobre los asuntos de salud colectiva.
En su segundo bloque temático —realmente transversal, aunque intensificado en los últimos capítulos—, la conversación discurre por el estado de la salud pública española, apuntando cuáles han sido los déficits institucionales históricos que la han acompañado. El desarrollo de la Ley General de Salud Pública, la cooperación autonómica vertical y horizontal, o la creación de una Agencia Estatal de Salud Pública ya inscrita en la ley, son algunas de las propuestas que recoge el libro. Propuestas que han sido parte de un debate público agudizado por la pandemia en los últimos años y del que M. Porta ha participado también en prensa y en sociedades científicas como SESPAS. El autor asigna una tarea clara a los gobiernos estatales y autonómicos, apelando al bienestar común, y que no es otra que diseñar y dotar a instituciones de salud pública que cooperen entre sí, promuevan e informen buenas conversaciones públicas y políticas sobre cuestiones que afectan a la salud. Para eso, dice, se necesitarán también «espacios para discutir las implicaciones socioculturales de los hallazgos científicos». Esta idea está englobada en otra más general: para que se produzca una epidemiología cercana a los problemas de salud de la gente, se necesitan instituciones fuertes y útiles para el conjunto de la sociedad, que apuesten por vincularse fuertemente a la producción científica epidemiológica, a fin de mejorar las políticas públicas. Dada la naturaleza específica del tema principal del libro, resumido en el título, probablemente el interlocutor principal de la obra sea la comunidad lectora técnica y científica. Es posible que los sectores de la población menos conocedores del ámbito técnico de salud pública la encuentren una lectura más complicada, pese a los esfuerzos explicativos que se distribuyen generosamente a lo largo del texto.
Para finalizar, en este libro también puede entreleerse y defenderse una propuesta literaria transformadora. Para una buena divulgación científica, podría ser apropiado partir de los asuntos cotidianos, intentando conectarlos después con la información científica disponible que se quiere comunicar. Ese camino que intenta el autor podría dar buenos frutos, precisamente porque también trata de colocar en el centro de la ciencia epidemiológica las inquietudes de la población. El potencial transformador de esta propuesta descansa en la selección cuidada de los temas cotidianos abordados. Para conectar con la población diana, deberán tenerse en cuenta la heterogeneidad de las necesidades, los grados de inculturación, las costumbres, etc., que componen la sociedad, para reforzar el objetivo creador y modificador de la lectura reflexiva. La elección del tema alimentación y contaminación es un buen ejemplo de escritura sobre un asunto transversal capaz de unir dicha heterogeneidad. Con este tipo de asuntos, el autor abandona la dimensión personal de lo escrito y pone en el centro un tema de interés común.
Sobre esta superación de lo personal en la escritura, de conectar con el mundo a través de la belleza y la verdad de lo que se ha vuelto impropio, reflexionó la filósofa Simone Weil1, también citada en el libro. Decía Weil que escribir es ir más allá del yo: dar luz a ideas que no son nuestras y que no nos deben nada, sino que se pertenecen a sí mismas2. Es por eso mismo por lo que dichas ideas merecen ser compartidas. Imitando la modalidad lingüística de los aforismos de J. Wagensberg que comparte el autor en el libro, acabaremos esta reseña con uno de Heráclito3 que refuerza una idea persistente en el libro: pensar desde lo común. Y es que «para los que están despiertos hay un mundo y ordenación único y común o público, mientras que de los que están durmiendo cada uno se desvía a uno privado y propio suyo»4.
Contribuciones de autoríaD.G. Abiétar es el único autor de la recensión.
AgradecimientosA Nacho Sánchez-Valdivia, que revisó el texto final y realizó aportaciones que enriquecieron la recensión.
FinanciaciónNinguna.
Conflictos de interesesNinguno. D.G. Abiétar escribe la recensión como profesional de salud pública y desde el compromiso con la filosofía.
Participante de la Columna Durruti durante la Guerra Civil Española, perteneciente a la Resistencia francesa en la Segunda Guerra Mundial, filósofa y activista política francesa.
Filósofo griego presocrático que comprendía el arjé (aquello que principia, que concede ritmo a las cosas) como logos (palabra, discurso) que unía las diferencias como una gavilla de trigo, manteniéndolas en común, sin subordinarlas en ningún «todo».