La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo es una enfermedad transmitida por garrapatas considerada emergente, sin vacuna ni tratamiento específico y de alta letalidad. El riesgo de transmisión entre personas es mayor durante su evolución, por asociar más carga viral y presentación de diarrea, vómitos y hemorragias. Por ello, el personal sanitario asistencial, si no está bien protegido, tiene más riesgo de infección que la población general1, así como los pacientes que compartan habitación, los acompañantes, el personal de laboratorio y otro personal no sanitario, existiendo brotes nosocomiales documentados2.
En España, desde 2013 se han detectado 16 casos, con una letalidad del 46,15%. En 2016 se registró un caso en Ávila y otro secundario de una enfermera que lo atendió3, generando 437 personas expuestas, de las cuales 386 fueron clasificadas de alto riesgo de adquisición de la infección y 51 de bajo riesgo2 según el protocolo de Salud Pública3. En julio de 2024 atendimos un caso en nuestro centro hospitalario, y aunque se sospechó tras las primeras 48h, generó 69 contactos, siendo 64 de alto riesgo, con su consiguiente seguimiento diario durante 14 días y preocupación por parte de los mismos.
A pesar de todo, el protocolo actual3 asume la atención bajo precauciones estándar a un paciente que presente síntomas generales (fiebre, cefalea, dolor muscular generalizado, conjuntivitis, dolor abdominal, náuseas, vómitos o diarrea) al que le haya picado una garrapata en los últimos 9 días, durante la extracción de sangre para evaluar la coagulación y aunque presente manifestaciones hemorrágicas profusas, si estas pueden ser atribuibles a otra causa predisponente. Se continúa así durante el tiempo de seguimiento que haga falta hasta que se determine que se trata de un «caso probable o en investigación».
Dado que el manejo de las enfermedades emergentes es un área de mejora en la formación de los profesionales asistenciales4, especialmente en los servicios de urgencias5, por la dificultad diagnóstica y los contactos de alto riesgo que la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo genera, consideramos que tiene cabida una propuesta eficiente que minimice los riesgos y que se considere para actualizar el protocolo, siendo válida tanto en atención primaria como especializada: la asistencia con precauciones específicas (por gotas/aire más contacto) a pacientes con antecedente de picadura de garrapata que presenten síntomas generales asociados. Estos son una fracción de los pacientes que buscan asistencia por picadura de garrapata, que habitualmente lo hacen para su extracción o por los síntomas locales asociados, y que por ello pueden ser atendidos bajo precauciones estándar, puesto que la ausencia de síntomas generales descarta la transmisibilidad (viremia) que ya es posible en el escenario de nuestra propuesta3. En términos del protocolo, serían aquellos pacientes que cumplen «criterio clínico y epidemiológico», pero sin depender de criterios analíticos y sin atender a factores hemorrágicos predisponentes.
Esto podría mejorar la seguridad del entorno asistencial y, al tener presente el riesgo que motivó estas precauciones, aumentar la sensibilidad diagnóstica y con ello la vigilancia, en consonancia con el escenario 2 del Plan Nacional de Prevención, Vigilancia y Control de las Enfermedades Transmitidas por Vectores1, en el que nos encontramos.
Contribuciones de autoríaG. de las Casas Cámara elaboró el manuscrito original con la propuesta. M. Valencia Laray evaluó la viabilidad, revisó el manuscrito y aportó la información sobre el seguimiento de los profesionales.
FinanciaciónNinguna.
Conflictos de interesesNinguno.