Recientemente, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha publicado en un informe, con datos de 2011, el número de enfermeras y enfermeros en España en comparación con los 28 países de la Unión Europea1. España se encuentra en la vigesimoprimera posición, con 5,5 enfermeros/as por 1000 habitantes, siendo el promedio de 7,9 enfermeros/as por 1000 habitantes. Las diferencias son sustanciales respecto a países como el Reino Unido (8,6) o Dinamarca, que ocupa la primera posición (15,4) (fig. 1).
Estudios internacionales evidencian, de manera consistente, que un menor número de enfermeros/as se asocia a unas mayores mortalidad y morbilidad de los/las pacientes, y a una peor calidad asistencial2. Sin embargo, el desempeño del sistema sanitario español en 2010 era mejor que el de la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en indicadores como la mortalidad evitable o la seguridad del paciente3. En el sistema sanitario intervienen muchos actores, pero es bien sabido que la enfermería ejerce un papel clave en la provisión de una atención de alta calidad. De ser así, ¿cómo es posible entonces que el sistema sanitario español, en el puesto 21 de 28 en personal de enfermería, obtenga tales resultados de calidad?
La Encuesta de Calidad de Vida en el Trabajo para el año 2010 en España refleja que los/las trabajadores/as que pertenecen al sector de actividades sanitarias y servicios sociales presentan uno de los niveles medios de estrés más alto (6,3) en comparación con otros sectores como el industrial (5,7). Asimismo, se evidencia que el personal de enfermería tiene una alta probabilidad de ausentarse del trabajo por enfermedad, y que las causas principales son el estrés y la insatisfacción laboral4. A su vez, un estudio5 en España señala que un estresor importante para la enfermería es la sobrecarga laboral, además de aspectos relacionados con el/la paciente. La carga emocional que soportan es alta debido al contacto continuado con el sufrimiento y el dolor de los/las pacientes. Asimismo, existen otras condiciones de trabajo estresantes que experimenta la enfermería de forma habitual, como son la sobrecarga laboral, la ambigüedad de las tareas a desarrollar o enfermero/a multitarea, la falta de reconocimiento, la relación de subordinación al/a la médico/a, el bajo apoyo o la falta de respeto del/de la supervisor/a, así como las peores condiciones salariales.
Aunque apenas hay estudios en España, todo parece indicar que la enfermería ejerce un efecto amortiguador que puede tener consecuencias graves sobre su salud. En los últimos años ha aumentado el absentismo por enfermedad de estos/as profesionales, y es que el estrés laboral tiene un impacto individual de enfermedad, pero también repercute en la organización del trabajo y los costes laborales. Si bien la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales comprende la evaluación de los riesgos psicosociales en el trabajo, no se ha hecho lo suficiente. Además, aunque no hay datos disponibles, el Consejo General de Enfermería advierte una reducción del número de enfermeros/as entre 2012 y 2014. De ser así, el ahorro en costes de personal sería importante, ¿pero cuál será el coste de la pérdida de salud de estos/as profesionales?
Contribuciones de autoríaTodos los autores han contribuido en la elaboración y la revisión crítica del manuscrito, y han dado su aprobación a la versión final para su publicación.
FinanciaciónNinguna.
Conflictos de interesesNinguno.