Analizar la desagregación por sexo y la disponibilidad de indicadores de género en los informes de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) y el Estudio Nacional de Sero-Epidemiología (ENE-COVID-19).
MétodoRevisión por pares de los indicadores disponibles en 72 informes de la RENAVE y cuatro rondas del estudio ENE-COVID-19 para calcular el porcentaje de los desagregados por sexo y su variación temporal.
ResultadosEn marzo de 2021, el 52,4% de los indicadores RENAVE estaban desagregados por sexo. Desde julio de 2020, el 54% de los indicadores desagregados dejaron de publicarse y el 23% perdieron su desagregación. En el estudio ENE-COVID-19, la primera ronda incorporó el 88,23% de los indicadores desagregados y la 4ª el 94,74%. La 2ª y 3ª no desagregan por sexo.
ConclusionesLos informes RENAVE no permiten un análisis con perspectiva de género, y el estudio ENE-COVID-19 es el que más información aporta sobre determinantes sociales.
To analyse the sex disaggregation and availability of gender indicators in the reports of the National Epidemiological Surveillance Network (RENAVE) and the National Study of Sero-Epidemiology (ENE-COVID-19).
MethodPeer review of indicators available in 72 RENAVE reports and 4 rounds of the ENE-COVID-19 study to calculate the percentage of those disaggregated by sex and their variation over time.
ResultsIn March 2021, 52.4% of RENAVE indicators were disaggregated by sex. From July 2020, 54% of disaggregated indicators ceased to be published and 23% lost their disaggregation. In the ENE-COVID-19 study, the 1st round 88,23% of the indicators are disaggregated and the 4th round 94,74%. The 2nd and 3rd round do not disaggregated by sex.
ConclusionsThe RENAVE reports do not allow for a gender-sensitive analysis while the ENE-COVID-19 study provides the most information on social determinants.
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 se ha destacado la importancia de visibilizar las desigualdades de género1, así como su relación interseccional con otros ejes de desigualdad social2. Cada vez existe mayor evidencia que demuestra cómo la distribución y las consecuencias de esta pandemia mantienen patrones sociales desiguales según género, clase y etnia3,4. Por ello, distintos autores consideran oportuno denominarla «sindemia»5, término que alude a la compleja sinergia entre las patologías concurrentes y las condiciones sociales y estructurales en las que se propagan y potencian las desigualdades sociales en la salud. Así pues, resulta necesario que la investigación y la monitorización de la pandemia incorporen el enfoque de los determinantes sociales de la salud, y específicamente la perspectiva de género. Esto último requiere, como condición necesaria, disponer de datos desagregados por sexo6, pero también contar con variables que permitan analizar la distribución desigual entre hombres y mujeres de aquellos determinantes sociales que habitualmente generan desigualdades de género en salud.
En España, diversas autoras7,8 han señalado la importancia de visibilizar los datos desagregados por sexo de la COVID-19, así como el análisis de la interacción sexo-género, destacando las lagunas aún existentes.
El objetivo de este estudio es analizar la desagregación por sexo y la disponibilidad de variables que permitan un análisis con perspectiva de género de las dos fuentes de datos fundamentales para la monitorización de la pandemia en España: los informes de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) y el Estudio Nacional de Sero-Epidemiología de la Infección por SARS-CoV-2 en España (ENE-COVID-19).
MétodoSe realizó una revisión por pares de los 72 informes de casos de COVID notificados a la RENAVE (del 11/2/2020 al 30/3/2021) y de los informes relativos a las cuatro rondas del estudio ENE-COVID-19 (del 27/4/2020 al 15/12/2020). Para cada base de datos se analizaron los indicadores existentes por sexo, así como sus determinantes, que fueron clasificados en intermedios y estructurales, según el modelo de la Comisión Española para la Reducción de las Desigualdades Sociales en Salud9. Cada indicador se clasificó según estuviera desagregado por sexo (color verde), no desagregado por sexo (color rojo) o inexistente (color blanco) en cada uno de los meses del periodo analizado. Se calcularon los porcentajes de indicadores desagregados por sexo de todas las fuentes, así como de los que fueron incorporando o perdiendo la desagregación en algún momento del periodo.
ResultadosEn los informes RENAVE (fig. 1) se identificaron 35 indicadores de la COVID-19, de los cuales el 91% eran variables clínico-epidemiológicas y el 9% de determinantes sociales intermedios. En marzo de 2021, el 52,4% de los indicadores analizados se encuentran desagregados por sexo. En los primeros informes no se presentaba ningún dato desagregado, y no fue hasta mediados de marzo cuando el sexo comienza a ser una variable de desagregación. En mayo de 2020, todos los indicadores disponibles estaban desagregados o habían comenzado a ser publicados por primera vez ya desagregados. Entre julio de 2020 y marzo de 2021, el 23% de los indicadores que siguieron publicándose perdieron su desagregación por sexo (como hospitalizaciones, ingresos en la unidad de cuidados intensivos y defunciones), mientras que otro 23% la mantuvieron. El 54% de los indicadores desagregados dejaron de publicarse desde julio de 2020, y de los nuevos que se incluyeron solo un 56% lo hicieron de forma desagregada.
En el estudio ENE-COVID-19 (fig. 2), de los 27 indicadores analizados en total, un 67% recogía características clínico-epidemiológicas, mientras que un 33% recogía determinantes sociales (18% intermedios y 15% estructurales). El porcentaje de desagregación por sexo de los indicadores en cada ronda fue del 88,23% en la primera y 94,74% en la cuarta. La segunda y tercera ronda no cuentan con indicadores desagregados por sexo. De la primera a la cuarta ronda se ha incorporado la desagregación por sexo de dos indicadores (sector esencial y nacionalidad), se han añadido 10 indicadores nuevos (90% desagregados) y se han perdido siete. La incorporación de indicadores sobre determinantes intermedios y estructurales ha sido progresiva, en concreto 29, 4% en la 1ª (60% desagregados), 47% en 3ª (0% desagregados) y 38% en la 4ª (100% desagregados).
DiscusiónEl análisis realizado muestra que existe una gran variabilidad entre ambas fuentes de información en relación con la disponibilidad de datos desagregados por sexo y de variables que permitan un análisis de género. Los informes RENAVE incorporaron progresivamente la desagregación por sexo, pero luego desapareció casi en su totalidad. Como resultado, en el último informe analizado, solo el 52,4% de los indicadores se encuentran desagregados y contienen información fundamentalmente clínica. El estudio ENE-COVID-19 recoge un número menor de variables clínicas, pero su desagregación por sexo en su cuarta ronda es del 100% y aporta mucha mayor información sobre determinantes sociales, lo que posibilita un análisis interseccional4.
Si bien los informes RENAVE llegaron a presentar todos sus indicadores desagregados por sexo entre finales de marzo y mayo de 2020, coincidiendo con la entrada en vigor de la Estrategia de Vigilancia y Control en la fase de transición de la pandemia (29/5/2020), luego se produjo una pérdida de información clínica relevante desagregada por sexo que no se ha vuelto a incorporar. Esto sugiere que el sexo ha sido considerado como una variable más y no como una característica fundamental y transversal. La pérdida de información de los antecedentes o de los factores de riesgo previos a la infección impide mostrar su distribución desigual por género, limitando así el poder profundizar en sus posibles implicaciones. En el caso de los síntomas detallados, estos también dejaron de ser desagregados a partir de mayo de 2020, a pesar de que ya sugerían un patrón diferencial10, lo que podría conllevar no solo un retraso diagnóstico en las mujeres, sino también una posible construcción androcéntrica de la definición clínica de la enfermedad8. La limitada desagregación por sexo de las complicaciones de la COVID-19 tampoco permite mostrar el diferente impacto que la enfermedad tiene por sexo, a pesar de que a escala global estas parecen ser mayores en los hombres11. En cuanto a la mortalidad, no desagregar por sexo hace permanecer ocultas diferencias entre hombres y mujeres, como por ejemplo el mayor porcentaje de mortalidad en exceso de origen desconocido10, que en el caso español abre importantes líneas de investigación. Por otro lado, a partir de julio de 2020 se incluyeron variables desagregadas por sexo, como el lugar de trabajo de personal sociosanitario o el ámbito posible de exposición, que visibiliza la mayor exposición de las mujeres al virus debido a su posición en primera línea como trabajadoras esenciales12, además de su rol tradicional como cuidadoras dentro de los hogares13.
La limitación principal de este estudio deriva de la comparación de informes y rondas con información altamente heterogénea. Además, la desagregación por sexo disponible es de carácter binario, lo que ha limitado la identificación de necesidades específicas de personas con identidades de género diversas14.
El presente estudio evidencia que la monitorización en España de esta sindemia permite un análisis con perspectiva de género bastante limitado, a pesar de su importancia15, que permita visibilizar las desigualdades de género que han de ser amortiguadas mediante políticas públicas basadas en la equidad y la justicia social.
La pandemia de COVID-19ha presentado patrones desiguales de género en su distribución y consecuencias. Visibilizar estas desigualdades de género requiere que la investigación y la monitorización de la pandemia incorpor en el enfoque de los determinantes sociales de la salud y específicamente la perspectiva de género.
¿Qué añade el estudio realizado a la literatura?Los resultados evidencian que la monitorización en España de la pandemia permite un análisis con perspectiva de género bastante limitado, a pesar de su importancia para visibilizar desigualdades.
¿Cuáles son las implicaciones de los resultados obtenidos?La parcial desagregación por sexo de los indicadores clínicos y de los determinantes sociales en la monitorización de la COVID-19 limita poder visibilizar su distribución desigual con enfoque de género, así como sus implicaciones sanitarias y sociales.
Carlos Álvarez Dardet.
Declaración de transparenciaLa autora principal (garante responsable del manuscrito) afirma que este manuscrito es un reporte honesto, preciso y transparente del estudio que se remite a Gaceta Sanitaria, que no se han omitido aspectos importantes del estudio, y que las discrepancias del estudio según lo previsto (y, si son relevantes, registradas) se han explicado.
Contribuciones de autoríaM. Jiménez Carrillo, A. Bacigalupe y U. Martín concibieron y diseñaron el estudio. M. Jiménez Carrillo y U. Martín realizaron la recogida de datos. M. Jiménez Carrillo y A. Bacigalupe llevaron a cabo los análisis y redactaron los resultados. La primera versión del artículo fue escrita por M. Jiménez Carrillo, con la ayuda del resto de firmantes. Todas las personas autoras revisaron el manuscrito, realizaron aportaciones y aprobaron su versión final.
AgradecimientosA familiares y amigas por apoyarnos en el transcurso de esta investigación.
FinanciaciónNinguna.
Conflictos de interesesNinguno.