La Policía Autónoma Vasca ha editado este verano un folleto con el objeto de prevenir las agresiones sexuales durante las fiestas patronales de Vitoria1. La publicación contiene frases en las que se exhorta a no transitar de noche solas, a cuidar de las consumiciones y a no aceptar citas a ciegas, entre otras.
Ante la respuesta emitida por diversos sectores de la sociedad, la jefa de la comisaría de la Ertzaintza de Vitoria declaró en medios de comunicación que mediante la difusión de este folleto se pretende dotar a las mujeres de herramientas que permitan ejercer la libertad con seguridad, afirmando que siguiendo las recomendaciones se evitarán situaciones de riesgo no deseadas2.
No se explica qué sucede si no se siguen las instrucciones, pero parece que su no cumplimiento deriva en una agresión sexual. No es la primera vez que desde las instituciones se responsabiliza y culpabiliza a las mujeres de la violencia que se ejerce contra ellas3. Tampoco es la primera vez que se ha denunciado la legitimación de desigualdades de género a través de políticas de prevención4. Sin embargo, en esta ocasión se va mucho más allá, y la grave limitación de la libertad que supone esta publicación para las mujeres se disfraza de herramienta para ejercerla con seguridad. Las demostraciones de violencia en el ámbito de la libertad sexual de las mujeres traducen una construccion desigual de las relaciones de género, en la que se tiende a socializar a las mujeres en el miedo5. Ha costado mucho trabajo que la sociedad reconozca a las mujeres como sujetos activos con plenos derechos, y romper con la imagen de víctimas desprovistas de poder, para ahora retroceder con este tipo de publicaciones. La responsable de la policía vasca afirma que la publicación se enmarca dentro del ámbito de la autoprevención de las agresiones sexistas. Resulta inadmisible acentuar la responsabilidad de las agresiones en el comportamiento de las mujeres, como también lo es normalizar las pautas de autoproteccion.
La violencia contra las mujeres constituye un grave problema de salud pública. En España se calcula que desde 2003ha habido 1015 víctimas mortales por violencia de género de la pareja o expareja6, y la tendencia se mantiene constante en el tiempo7. No existe la autoprevención de las agresiones; existen, y resultan prioritarias ahora más que nunca, estrategias inclusivas como la educación para la salud exenta de valores sexistas, la educación afectiva y sexual para prevenir la violencia por razones de género, las políticas con perspectiva de género en y desde las instituciones8, la perspectiva de género en el ámbito de la policía y en el tratamiento de las denuncias, las campañas de sensibilización para concienciar a la población sobre la violencia de género, los nuevos enfoques o identidades masculinas, la inclusión de los hombres en las intervenciones contra la violencia de género9, la capacitación adecuada de los profesionales sanitarios en violencia de género10… Todas ellas deben transfomar el pensamiento y las pautas de comportamiento de los individuos para crear una sociedad civilizada y justa8.
Contribuciones de autoríaLas cuatro personas firmantes han concebido y redactado la carta, han aprobado su versión final y son responsables de ella.
AgradecimientosA Concepción Tomás Aznar, nuestra fuente de luz inagotable.
FinanciaciónNinguna.
Conflictos de interesesNinguno.