Tengo la impresión de que cada día se opina más y de forma más ligera. Mientras tanto, los hechos que impactan en nuestras sociedades se tornan cada vez más complejos. Por este motivo agradezco cuando llegan a mis manos ensayos de la rigurosidad intelectual y la calidad humana de Sociedad entre pandemias, libro homenaje a los 25 años de la Fundación Gaspar Casal. Textos como este, además de ser la antítesis del tuit o la opinión exprés, aportan reflexiones multidisciplinarias que indican caminos a seguir.
El libro va más allá de lo que se esperaría de un riguroso análisis sanitario, epidemiológico y de sus repercusiones económicas. Quizás una de sus principales virtudes es el profundo y exhaustivo estudio sobre el impacto de la COVID-19 en los distintos ámbitos que configuran nuestra sociedad. La compleja realidad que ahora vivimos exige esa visión panorámica para poder entender mejor la sociedad que nos tocará vivir a partir de ahora, así como para gestionar las incertidumbres y los desafíos.
Sociedad entre pandemias expresa claramente la necesidad ineludible de un cambio en las políticas globales. Los capítulos dedicados al medio ambiente y al cambio climático demuestran una vez más la conexión de la pandemia con múltiples desequilibrios sistémicos. El libro es muy contundente al hablar de esa interconexión de salud humana y salud del planeta, declarando de manera taxativa que no podrá haber bienestar humano en un planeta enfermo. La COVID-19 es una crisis de rápido movimiento dentro de una de lento movimiento a la que de alguna manera se parece, y la cual será mucho más costoso tratar en el futuro si se descuida ahora.
La actual pandemia ha evidenciado también la necesidad de un cambio en el ámbito de la salud pública y la epidemiología. El motor de ese cambio, según los autores, será la innovación. El libro plantea la implantación de un sistema de vigilancia y monitorización de salud pública muy coordinado y en comunicación con los de la Unión Europea. Por otro lado, la atención primaria precisará más recursos, pero no para hacer más de lo mismo; desde su implantación hace 40 años, apenas se ha actualizado a las necesidades actuales. Las nuevas tecnologías médicas de diagnóstico y tratamiento, la digitalización y la inteligencia artificial nos ofrecen las herramientas técnicas para ese cambio.
Otro capítulo del libro a tener muy en cuenta, en mi opinión, es el que explica cómo la pandemia ha acelerado un proceso de desigualdad cada vez mayor en nuestra sociedad. Desde hace años, el crecimiento económico ya no significa para el conjunto de los ciudadanos progreso social. La pandemia acentuará todavía más esa desigualdad, ya que la posterior recuperación económica tampoco será homogénea para todos.
Ante este panorama de depresión económica y desigualdad, los expertos del libro proponen la necesidad de un nuevo contrato social; una idea muy acertada, en mi opinión. Este acuerdo pospandémico debe perseguir de forma simultánea dos grandes objetivos: volver a reconciliar el crecimiento económico con el progreso social y lograr que ese crecimiento sea respetuoso con el medio ambiente. Los gobiernos deberían tomar esta idea como inspiración, centrándose en políticas que promuevan la dignidad individual y la justicia social. Después de todo, algo positivo podría surgir de la miseria del año de la pandemia.
Otra idea que se desprende de su lectura es que las actuales democracias están quedando obsoletas para gestionar la creciente complejidad de una sociedad cada vez más plural. El libro explica cómo el sistema democrático debe ganar en complejidad para poder enfrentarse con éxito a todos estos retos. Las simplificaciones que prometen eficacia y tranquilidad, prescindiendo de los requerimientos democráticos, son ya una seria amenaza. Los sistemas políticos, señala el libro, deben evolucionar para reforzar la democracia y evitar falsas salidas. La pandemia ha evidenciado la necesidad de gobiernos capaces de pensar en clave de complejidad, y huir por tanto de soluciones lineales y fáciles.
Sé que es mucho pedir, pero me gustaría concluir deseando que este magnífico ensayo de la Fundación Gaspar Casal no solo llegara a las mesas de todos los directivos y políticos que actualmente tienen la responsabilidad de tomar decisiones sobre nuestro futuro, sino que también disfrutaran de su lectura tanto como lo he hecho yo. En él encontrarán una serie de reflexiones que iluminan caminos a seguir si queremos resolver los múltiples desafíos que tenemos delante y entender mejor la complejidad de la sociedad del futuro. Creo que, tal como nos ha enseñado la historia, después de una crisis global surge por encima un nuevo contrato social.
Contribuciones de autoría
Financiación
Conflicto de intereses