El pasado 18 de octubre la muerte se llevó a nuestro compañero y amigo Manel Nebot. Después de años luchando con una leucemia, a finales de verano emprendió con coraje un tratamiento que no pudo superar. Deja una lección de excelencia profesional y humana, pero también una gran tristeza en todos los que tuvimos la suerte de compartir parte de nuestra vida con él. Manel era un “caso único”; despistado e informal por fuera, escondía una mente brillante y un corazón inmenso tras sus camisas de cuadros y su habitual sonrisa. Tenía la impagable cualidad de hacer que el trabajo “no pareciera trabajo”; en las reuniones siempre había toques de humor, en los proyectos siempre ideas innovadoras, en sus equipos de trabajo siempre una complicidad que iba más allá de lo profesional, y es que trabajar con Manel era disfrutar. Nunca supo (en realidad nunca quiso) separar lo personal de lo profesional, y fuimos muchos los que aprendimos con él que la calidad humana y la mentalidad científica no tienen por qué estar reñidas.
Manel estudió Medicina en la Universitat de Barcelona y formó parte de las primeras promociones de residentes en Medicina Familiar y Comunitaria. Se decantó por la vertiente más comunitaria de la especialidad y es parte de la «generación de la Plaza Lesseps», entre la que destacan quienes se formaron como médicos/as de familia y luego, encandilados/as por la epidemiología y la salud pública, recalaron en el Instituto Municipal de la Salud (IMS) de Barcelona. Durante estos años se doctoró en Medicina, y obtuvo la especialidad de Medicina Preventiva y Salud Pública. Desarrolló su carrera profesional en el IMS, primero como jefe del Servicio de Promoción de la Salud y más tarde, en su continuación como Agencia de Salud Pública de Barcelona, como jefe del Servicio de Evaluación y de Métodos de Intervención. Cabe destacar la excelente relación que, dentro y fuera de su servicio, mantuvo con los profesionales más jóvenes, a los que trató siempre como a iguales. Eso le llevó a ser una de las figuras más admiradas y respetadas por los jóvenes epidemiólogos de este país. Manel fue, sin duda, un «viEJE» con espíritu joven (término que acuñó él mismo en referencia al Grupo EJE-Grupo Español de Jóvenes Epidemiólogos), dispuesto no sólo a enseñar sino también a no dejar nunca de aprender.
Fue una persona comprometida con su institución, como lo fue con la Sociedad Española de Epidemiología y otras sociedades científicas a las que pertenecía. Era persona de participar, ayudar y liderar; un trabajador incansable, con visión estratégica y contagiosa. Junto con otros compañeros, desarrolló la base de conocimiento empírico para poder definir las necesidades y posibilidades de intervención, construyendo un modelo de programas de educación sanitaria en el marco escolar basado en datos, buscando la sostenibilidad y asentado en la evaluación de la efectividad. Aplicó luego esos conceptos a otros campos (desde las intervenciones breves en la consulta de atención primaria hasta la evaluación del impacto de la ley del tabaco), siempre con un equipo cualificado de colaboradores y una red de complicidades con compañeros de otras instituciones. Manel fue un investigador, un epidemiólogo que no concebía las intervenciones en salud pública sin investigación para conocer dónde y cómo intervenir, y sobre todo para evaluar científicamente esas intervenciones. Haber compartido con él proyectos y artículos nos permite hablar de su excelencia científica: concebía preguntas útiles de investigación, escribía fises y grants casi irresistibles para los evaluadores, interpretaba (demasiado) rigurosamente los datos, y escribía y defendía los artículos con pasión. Su huella también queda en forma de artículos: hemos contado 181 artículos en PubMed y más de un millar de citas en el Web of Knowledge.
Manel fue un profesor, un maestro de generaciones de salubristas que pasaron por las aulas del Máster en Salud Pública de Barcelona desde sus inicios en 1981. Docente inquieto, trataba de dar respuesta a las necesidades, y fue pionero en enseñar métodos de evaluación de políticas y de programas de salud pública. Fue profesor asociado en la Universidad Pompeu Fabra, y Bloomberg School of Public Health en la Johns Hopkins University, y le costaba mucho decir que no a invitaciones de otras universidades, institutos y escuelas, donde impartió incontables cursos. La reflexión en torno a la dificultad de evaluar políticas y programas en salud pública fue acaso su propuesta docente más relevante, destacando la edición de la monografía sobre evaluación en Gaceta Sanitaria.
Nos hemos quedado prematuramente sin un buen compañero y mejor amigo. Manel se ha ido, pero su admirable humanidad, su incansable pasión por el trabajo, su amistad incondicional y su extraordinario buen humor nos acompañarán siempre. Por último, no queremos acabar este escrito sin expresar nuestro afecto infinito a su amada Queru, y a sus hijos Gerard y Marina, de quienes tan orgulloso se sentía.