Hemos leído con interés el artículo de Sánchez-Payá et al.1, recientemente publicado en su revista, sobre los determinantes de la vacunación antigripal en personal sanitario. Queremos complementar los resultados aportados por estos autores en un entorno hospitalario con los hallazgos de nuestro trabajo2, que con unos objetivos similares se desarrolla en atención primaria y si bien obtiene algunos resultados concordantes presenta ciertos aspectos diferenciales de interés.
Entre febrero y marzo de 2010 realizamos un estudio descriptivo transversal utilizando como instrumento principal para la investigación la aplicación de un cuestionario ad hoc validado que se envió a una muestra oportunista de 83 médicos de familia y enfermeras de los centros de salud de Palma de Mallorca, que supone un 20,2% del total de los 412 profesionales de Palma. Sus objetivos incluían:
- 1)
Conocer la cobertura vacunal frente a la gripe estacional y pandémica (gripe A/N1H1) entre dichos profesionales en la campaña 2009-2010.
- 2)
Determinar el nivel de conocimientos y la opinión personal de los profesionales sobre la seguridad y la efectividad de estas vacunas.
- 3)
Analizar las razones que inducen a los profesionales a vacunarse o no.
Respondieron al cuestionario 71 de los 83 profesionales a quienes se remitió (tasa de respuesta del 86%). Dado que la muestra parte de una población finita de 412 profesionales, un nivel de confianza del 95% (IC95%) y una tasa de no vacunación estimada del 19,7%, supone una precisión estadística del 8%. Nuestros resultados muestran que se vacunó frente a la gripe A un 19,7% (IC95%: 17,5%-20,7%) de los profesionales encuestados (28% de los médicos de familia y 11% de las enfermeras) y un 46,5% frente a la gripe estacional. En cuanto a la valoración de la eficacia de ambas vacunas, el 93% de los profesionales opina que la vacuna de la gripe estacional es eficaz, cifra que desciende al 63% en el caso de la gripe A. Este aspecto, además de la creencia de estar protegido de forma natural contra la enfermedad, junto a la percepción de una escasa seguridad de la vacuna frente a la gripe A, son los principales motivos alegados por los profesionales encuestados para no vacunarse (tabla 1).
Motivos alegados por los profesionales encuestados para vacunarse o no frente a la gripe A (H1N1)
Motivos para vacunarse declarados por los profesionales (n=12) | Motivos para no vacunarse declarados por los profesionales (n=49) | ||
Por ser personal sanitario | 100% | La vacuna no es segura | 31% |
Para proteger la salud pública | 85% | Creo que ya estoy protegido | 19% |
Para proteger la propia salud | 66% | La vacuna no tiene capacidad de protección | 9% |
Por cumplir criterios clínicos de inclusión | 20% | Otros motivos (varios) | 47% |
Tanto el trabajo de Sánchez-Payà et al.1 como el nuestro2 coinciden, entre otros aspectos, en señalar una baja cobertura vacunal frente a la gripe A entre los profesionales sanitarios (22,2% y 19,7%, respectivamente), así como en los motivos que inducen a vacunarse (protección de la salud propia o de los pacientes). Sin embargo, un hecho preocupante que nos gustaría destacar es que el 63,3% de los profesionales que hemos encuestado opina que las informaciones oficiales proporcionadas en su día por las autoridades sanitarias estatales y autonómicas fueron inadecuadas, y el 66% cree que ha habido una mala gestión de la campaña por parte de los responsables de salud pública. No obstante, nuestros resultados deben valorarse con precaución puesto que proceden de una muestra oportunista, relativamente pequeña (71 profesionales), que puede proporcionar estimadores poco precisos y no necesariamente representativos de la totalidad de los profesionales del sector.
En conclusión, confirmamos la existencia de una baja cobertura vacunal frente a la gripe (que se acentúa en el caso de la gripe A) entre el personal sanitario, coincidiendo con numerosos trabajos publicados sobre el tema. Para superar este problema deberíamos revisar en profundidad los factores que condicionan la enorme divergencia existente entre las declaraciones y los informes oficiales sobre la eficacia, la efectividad y la seguridad de la vacuna y la decisión última de una mayoría de profesionales de rechazar este tipo de vacunas3,4. A este fenómeno probablemente contribuye una estrategia de comunicación por parte de las autoridades de salud pública muy discutible. ¿Aprenderemos de nuestros errores?5