Describir el conocimiento y la percepción de nocividad de los cigarrillos electrónicos (e-cigarrillos) en la población de Barcelona en 2013-2014.
MétodosSe utilizaron los datos del seguimiento (n=736) de un estudio de cohortes de una muestra representativa de la población adulta de la ciudad de Barcelona.
ResultadosEl 79,2% de los participantes manifestó conocer el e-cigarrillo. El grado de conocimiento medio fue de 4,4 puntos sobre 10, con diferencias estadísticamente significativas según edad, nivel de estudios, consumo de tabaco y dependencia de la nicotina. La mayoría de los participantes conocieron los e-cigarrillos por los medios de comunicación clásicos (57,8%). El 47,2% de los participantes opinaba que los e-cigarrillos son menos nocivos que los cigarrillos convencionales.
ConclusiónLa publicidad de los e-cigarrillos en los medios de comunicación debería regularse debido a la escasa evidencia científica sobre su utilidad y sus potenciales efectos adversos.
To describe knowledge of electronic cigarettes (e-cigarettes) and their perceived harmfulness in the population of Barcelona in 2013-2014.
MethodsWe used participants from a longitudinal study of a representative sample of the adult population in the city of Barcelona (n=736). The field work was conducted between May 2013 and February 2014.
ResultsAwareness of e-cigarette was 79.2%. The average level of knowledge was 4.4 points out of 10; there were statistically significant differences according to age, educational level, tobacco consumption, and nicotine dependence. Most participants had learned about e-cigarettes through traditional media (57.8%). Nearly half (47.2%) of the participants believed that e-cigarettes are less harmful than conventional cigarettes.
ConclusionAdvertising of e-cigarettes in the media should be regulated because there is still scarce scientific evidence about the usefulness and harmful effects of these devices.
El cigarrillo electrónico (e-cigarrillo) es un dispositivo electrónico, habitualmente con forma de cigarrillo, que vaporiza una mezcla de nicotina, propilenglicol y otros compuestos químicos. Su utilización simula el uso de los cigarrillos convencionales, mediante la inhalación del vapor producido. El aparato consta de una batería recargable, un atomizador y un depósito o cartucho que contiene el líquido a vaporizar.
Los e-cigarrillos aparecieron en el año 2007 y sólo podían adquirirse por Internet. En 2013 comenzaron a proliferar en España tiendas especializadas, llegando hasta un máximo de 3500, aunque parece que se han reducido (hasta 400) a finales de 20141. En España, la prevalencia de su uso es del 6,5%2, similar a la estimada por el Eurobarómetro para el resto de Europa3. Actualmente no se permite su uso en centros de las administraciones públicas, establecimientos sanitarios, centros docentes, medios de transporte y parques infantiles4.
Sin embargo, no se dispone de información empírica en nuestro entorno sobre el conocimiento del e-cigarrillo por parte de la población. El objetivo de este trabajo es describir el conocimiento y la percepción de la nocividad de los e-cigarrillos en la población adulta de la ciudad de Barcelona en 2013-14.
MétodosSe utilizaron los datos del seguimiento de un estudio de cohortes (estudio dCOT3: http://bioinfo.iconcologia.net/es/content/estudio-dcot3) de una muestra representativa de la población adulta (≥16 años) de la ciudad de Barcelona (n=1245). El objetivo principal del estudio dCOT3 fue evaluar el impacto de la legislación española sobre el tabaquismo en la población general. El estudio transversal inicial se llevó a cabo durante los años 2004-20055. En 2013-2014 se realizó el seguimiento de todos los participantes del estudio inicial.
De los 1245 participantes en 2004-2005 se descartaron 235 para el seguimiento: 150 tras comprobar sus datos en el Registre Central d’Assegurats de Catalunya (101 habían muerto y 49 emigraron) y otros 85 por no haber dado su consentimiento para participar o ser menores de edad en el estudio basal. El seguimiento se realizó entre mayo de 2013 y febrero de 2014. El 72,9% de los sujetos accedieron a participar, el 18,5% se negó a participar, el 7,2% había cambiado de domicilio y el 1,3% había muerto. No observamos diferencias estadísticamente significativas entre la muestra seguida y los participantes perdidos en el seguimiento según sexo, edad y nivel de estudios (véase tabla I en el apéndice online de este artículo). La muestra final fue de 736 individuos.
Se preguntó a los participantes si conocían los e-cigarrillos con la pregunta «¿Sabe qué es el cigarrillo electrónico?». A los que contestaron afirmativamente se les preguntó el grado de conocimiento sobre estos dispositivos mediante una escala Likert (0-10 puntos) y el medio por el que los conoció (prensa, radio, televisión, internet, amigos, farmacia y estanco) mediante una pregunta de respuesta multiple. Además, se preguntó sobre la creencia de los potenciales efectos nocivos de los e-cigarrillos en comparación con los cigarrillos convencionales.
Se calcularon las prevalencias y las razones de prevalencias con sus intervalos de confianza del 95%. Los análisis se estratificaron por sexo, grupos de edad (≤44, 45-64 y ≥65 años), nivel de estudios (bajo: sin estudios hasta primaria; medio: secundaria; y alto: universitario), consumo de tabaco convencional (nunca fumadores, ex fumadores y fumadores) y nivel de dependencia de la nicotina mediante el test de Fagerström.
ResultadosEl 79,2% de los participantes manifestó conocer los e-cigarrillos, con un grado medio de conocimiento de 4,04 puntos sobre 10, sin diferencias según sexo. Las personas mayores de 65 años, con bajo nivel educativo y nunca fumadores fueron los que declararon tener un menor conocimiento. Hubo diferencias estadísticamente significativas según la edad, el nivel de estudios, el consumo de tabaco y la dependencia de la nicotina (tabla 1).
Grado de conocimiento autodeclarado sobre el cigarrillo electrónico en la ciudad de Barcelona en 2013-2014
¿Sabe qué es el cigarrillo electrónico? (Sí) | Grado de conocimiento autodeclarado del cigarrillo electrónico (escala de 0 a 10) | ||||
---|---|---|---|---|---|
n | % | RP (IC95%) | Media (DE) | p | |
Todos | 736 | 79,2 | - | 4,04 (2,51) | - |
Sexo | 0,957a | ||||
Hombres | 336 | 81,5 | 1 | 4,04 (2,58) | |
Mujeres | 400 | 77,3 | 0,95 (0,81-1,12) | 4,05 (2,45) | |
Grupo de edad | <0,001b | ||||
≤44 años | 198 | 94,4 | 1 | 4,71 (2,52) | |
45-64 años | 267 | 89,9 | 0,95 (0,79-1,16) | 4,24 (2,61) | |
≥65 años | 271 | 57,6 | 0,61 (0,49-0,75) | 2,96 (1,96) | |
Nivel educativo | 0,004b | ||||
Bajo | 161 | 52,8 | 1 | 3,25 (2,23) | |
Medio | 287 | 82,6 | 1,56 (1,24-2,04) | 4,11 (2,63) | |
Alto | 288 | 90,6 | 1,72 (1,36-2,23) | 4,25 (2,45) | |
Consumo de tabaco | 0,001b | ||||
Nunca fumador | 298 | 69,1 | 1 | 3,92 (2,15) | |
Ex fumador | 267 | 81,3 | 1,18 (0,97-1,42) | 3,67 (2,52) | |
Fumador | 171 | 93,6 | 1,35 (1,10-1,66) | 4,71 (2,81) | |
Dependencia de la nicotinac | 0,007a | ||||
Baja-media (0-5) | 143 | 93,0 | 1 | 4,41 (2,69) | |
Alta (6-10) | 28 | 96,4 | 1,04 (0,64-1,50) | 6,15 (2,97) |
RP: razón de prevalencia; IC95%: intervalo de confianza del 95%; DE: desviación estándar.
La mayoría de los participantes conocieron los e-cigarrillos por los medios de comunicación clásicos: radio, prensa o televisión (57,8%); o por amigos/conocidos (55,1%). Por otro lado, solo el 13,0% declaró conocer el e-cigarrillo a través de internet, el 12,5% en la farmacia y el 7,6% a través del estanco (tabla 2). El porcentaje de personas que conocieron los e-cigarrillos a través de los medios de comunicación fue mayor entre los hombres, las personas mayores (≥65 años) y los nunca fumadores (tabla 2), aunque solo hubo diferencias estadísticamente significativas según el consumo de tabaco. En comparación con los cigarrillos convencionales, el 47,2% de los participantes opina que los e-cigarrillos son menos nocivos y el 16,4% que son igual o más nocivos. Sólo se hallaron diferencias estadísticamente significativas según el consumo de tabaco (véase la tabla II del apéndice online de este artículo).
Medio a través del cual los participantes conocieron los cigarrillos electrónicos
Internet | Medios de comunicación clásicos (prensa, radio, televisión) | Amigos/conocidos | Farmacia | Estanco | |||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
n | % | RP (IC95%) | % | RP (IC95%) | % | RP (IC95%) | % | RP (IC95%) | % | RP (IC95%) | |
Todos | 583 | 13,0 | - | 57,8 | - | 55,1 | - | 12,5 | - | 7,6 | - |
Sexo | |||||||||||
Hombres | 274 | 15,7 | 1 | 63,5 | 1 | 55,5 | 1 | 15,0 | 1 | 9,5 | 1 |
Mujeres | 309 | 10,7 | 0,68 (0,42-1,06) | 52,8 | 0,83 (0,67-1,03) | 54,7 | 0,99 (0,79-1,23) | 10,4 | 0,69 (0,43-1,09) | 5,8 | 0,61 (0,32-1,10) |
Grupo de edad | |||||||||||
≤44 años | 187 | 16,0 | 1 | 53,2 | 1 | 68,4 | 1 | 14,0 | 1 | 8,6 | 1 |
45-64 años | 240 | 13,8 | 0,86 (0,52-1,43) | 56,3 | 1,06 (0,82-1,39) | 54,6 | 0,80 (0,62-1,02) | 12,1 | 0,87 (0,51-1,51) | 8,3 | 0,97 (0,50-1,98) |
≥65 años | 156 | 8,3 | 0,52 (0,24-0,94) | 65,8 | 1,25 (0,95-1,65) | 39,7 | 0,58 (0,42-0,78) | 11,5 | 0,83 (0,43-1,49) | 5,1 | 0,60 (0,20-1,31) |
Nivel educativo | |||||||||||
Bajo | 85 | 5,9 | 1 | 55,3 | 1 | 50,6 | 1 | 14,1 | 1 | 3,5 | 1 |
Medio | 237 | 13,5 | 2,30 (1,10-14,00) | 57,0 | 1,03 (0,76-1,48) | 54,4 | 1,08 (0,78-1,58) | 15,2 | 1,08 (0,60-2,45) | 9,3 | 2,63 (0,81-8,56) |
Alto | 261 | 14,9 | 2,54 (1,24-16,07) | 59,4 | 1,07 (0,79-1,54) | 57,1 | 1,13 (0,83-1,65) | 9,6 | 0,68 (0,36-1,55) | 7,3 | 2,06 (0,63-6,80) |
Consumo de tabaco | |||||||||||
Nunca fumador | 206 | 9,7 | 1 | 64,6 | 1 | 49,0 | 1 | 10,2 | 1 | 7,4 | 1 |
Ex fumador | 217 | 11,5 | 1,19 (0,66-2,22) | 58,5 | 0,91 (0,71-1,16) | 53,9 | 1,10 (0,84-1,44) | 11,5 | 1,13 (0,63-2,09) | 6,0 | 0,82 (0,37-1,76) |
Fumador | 160 | 19,4 | 2,00 (1,16-3,70) | 48,1 | 0,75 (0,56-0,98) | 64,4 | 1,31 (1,00-1,77) | 16,9 | 1,66 (0,94-3,05) | 10,0 | 1,37 (0,66-2,89) |
Dependencia de la nicotinaa | |||||||||||
Baja-media (0-5) | 133 | 18,0 | 1 | 50,4 | 1 | 59,4 | 1 | 17,3 | 1 | 9,8 | 1 |
Alta (6-10) | 27 | 25,9 | 1,44 (0,42-2,93) | 37,0 | 0,74 (0,29-1,27) | 88,9 | 1,50 (0,88-2,26) | 14,8 | 0,86 (0,07-1,94) | 11,1 | 1,14 (0,35-3,72) |
RP: razón de prevalencias; IC95%: intervalo de confianza del 95%.
Más de tres cuartas partes de la población adulta de Barcelona declararon conocer los e-cigarrillos. Este resultado es similar al observado en los Estados Unidos (77%) en 2012-20136, e inferior al encontrado en Italia (91%) en 20137. Al igual que en estos países, las personas jóvenes, con alto nivel educativo y fumadoras fueron las que declararon conocer más los e-cigarrillos. Según nuestros datos, las personas fumadoras y con alta dependencia del cigarrillo convencional declararon un mayor grado de conocimiento sobre los e-cigarrillos. Este hecho puede estar motivado por el interés de encontrar una nueva alternativa para dejar de fumar.
La mayoría de los participantes conoció los e-cigarrillos por los medios de comunicación clásicos. Además, casi la mitad de la muestra opinaba que los e-cigarrillos son menos dañinos que los cigarrillos convencionales. Actualmente, las empresas de e-cigarrillos utilizan como mensajes para captar clientes su utilidad para dejar de fumar, su menor nocividad en comparación con los cigarrillos convencionales, e incluso la posibilidad de utilizarlo en centros de trabajo y espacios públicos8. Sin embargo, desde que los e-cigarrillos se introdujeron en el mercado se ha creado una polarización entre los investigadores sobre sus riesgos9 y beneficios10. Algunos investigadores consideran al e-cigarrillo como una vía para renormalizar el consumo de tabaco en los centros de trabajo y los lugares públicos, además de crear nuevos adictos a la nicotina, y por ello reclaman cautela y su regulación9. Por otro lado, otros investigadores defienden estos dispositivos como una herramienta útil para dejar de fumar o reducir el consumo de tabaco, y también se sugieren como una posibilidad de reducción del daño para los fumadores10. Sin embargo, los estudios sobre la efectividad para dejar de fumar, así como los de seguridad y toxicidad, todavía son escasos e insuficientes, y muestran una alta variabilidad entre y dentro de las diferentes marcas, demostrando un control de calidad en ocasiones insuficiente11,12. Por ello, es necesario realizar más investigaciones para conocer los verdaderos beneficios y riesgos para la salud de los e-cigarrillos. En este sentido, la proliferación de este tipo de mensajes en los medios de comunicación podría haber creado un «imaginario colectivo» erróneo sobre su eficacia y seguridad, fomentando el aumento de usuarios, particularmente jóvenes13,14. Por ello, debería regularse su publicidad, tal como ha recomendado la Organización Mundial de la Salud15.
La principal limitación de nuestro estudio fueron las pérdidas en el seguimiento. La muestra final analizada sobrerrepresentó a las personas mayores en comparación con la distribución de la población de Barcelona en 2013. En este sentido, nuestros resultados sobre el conocimiento podrían estar subestimados.
En conclusión, los medios de comunicación clásicos fueron el principal medio para conocer los e-cigarrillos. Por ello, parece adecuado regular la publicidad sobre los e-cigarrillos en dichos medios debido a la escasa evidencia científica11 sobre la utilidad de estos dispositivos y sus posibles efectos adversos.
El interés y la popularidad de los cigarrillos electrónicos (e-cigarrillos) ha aumentado en los últimos años. Sin embargo, no se dispone de ningún estudio realizado en España sobre el conocimiento del e-cigarrillo y la percepción de su nocividad con respecto a los cigarrillos convencionales.
¿Qué añade el estudio realizado a la literatura?Más de tres cuartas partes de la población adulta de la ciudad de Barcelona declaran conocer los e-cigarrillos. El principal medio por el que se conocieron fueron los medios de comunicación clásicos (prensa, radio, televisión). Además, casi la mitad de la muestra opinaba que los e-cigarrillos son menos nocivos que el tabaco convencional. La publicidad de los e-cigarrillos en los medios de comunicación debería regularse.
Napoleón Pérez-Farinós.
Contribuciones de autoríaJ.M. Martínez-Sánchez escribió el primer borrador del manuscrito. M. Fu, M. Ballbè, E. Fernández, E. Saltó y J.C. Martínez-Sánchez contribuyeron en el diseño y la coordinación del estudio. J.C. Martínez-Sánchez realizó los análisis. Todos los autores contribuyeron significativamente en sus versiones posteriores. Todos los autores han aprobado la versión final del manuscrito. J.M. Martínez-Sánchez es el investigador principal del proyecto.
FinanciaciónEste estudio ha sido financiado por el Instituto de Salud Carlos III (FIS PI12/01114, BAE 14/00014 y RTICC RD12/0036/0053) y la Consejería de Universidades e Investigación de la Generalitat de Catalunya (2009SGR192).
Conflictos de interesesNinguno.
Los autores quieren agradecer a Nuria Quirós su contribución en la actualización de la información de los participantes del estudio dCOT y su colaboración durante todo el trabajo de campo del estudio dCOT-3; al Instituto DYM, por realizar el trabajo de campo; y a Montse Ferré y Lucía Baranda por su coordinación y supervisión.