El propósito del libro, basado en un Trabajo de Fin de Grado en Medicina, es analizar «el papel de la medicina como disciplina clave en la obsesión del diagnóstico sexo-género». Partiendo de un resumen histórico del tratamiento clínico de la intersexualidad y la transexualidad, así como de entrevistas con personas trans, Abiétar revisa críticamente el modelo de evaluación psiquiátrica en las unidades de trastornos de identidad de género (UTIG). Identifica el binarismo de género y el paternalismo en el ejercicio de la medicina como causas de dinámicas de patologización. Menciona demandas y propuestas del movimiento por la despatologización trans, así como el desarrollo reciente de servicios de atención a personas trans en diferentes comunidades autónomas que, según su valoración, «tienen en común un enfoque que materializa una asistencia respetuosa con la diversidad sexual y de género». El libro cierra con una llamada a profesionales de la medicina y activistas para fomentar prácticas profesionales no patologizantes y críticas con el binarismo de género.
Entre las fortalezas del libro cabe destacar el análisis de la «ficción política del binarismo sexo-género» en la atención sanitaria a personas trans e intersex desde la perspectiva de residente de medicina; perspectiva que puede sensibilizar a generaciones futuras de residentes y profesionales de la medicina.
Abiétar aporta una reflexión interesante sobre la formación universitaria en medicina, incluyendo un análisis de procesos de «[i]njusticia epistémica» e «inculturación moral, epistémica y jerárquica». Sin embargo, en este análisis crítico usa un tono coloquial que puede restar credibilidad a su argumentación. Según me comentó, con este estilo pretende hacer accesible la publicación a un público más amplio y abrir una reflexión sobre el uso del lenguaje académico. A diferencia del posicionamiento abierto sobre su lugar en el campo de la medicina, Abiétar es menos explícito sobre su propia relación con temáticas LGBTI, que solo refleja indirectamente («cuando algunas maricas salimos del armario»). Según sus palabras, esta mención indirecta responde a la intención de no hacer activismo desde las identidades, sino desde la conceptualización de géneros y sexualidades como fluidos.
A lo largo del documento usa un lenguaje respetuoso y no patologizante. Al mismo tiempo, se observan algunas imprecisiones al referirse a temáticas trans e intersex como «diversidad sexual» o «diversidad sexual y de género» en lugar de «diversidad corporal y de género».
Partiendo de la violencia estructural subyacente al binarismo de género, Abiétar analiza la mirada clínica sobre cuerpos trans e intersex, bajo riesgo de confundir ambos temas. Cuida un trato diferenciado, aportando una revisión histórica (sin llegar a ser una genealogía propiamente dicha) centrada en el contexto español, en la que sitúa el desarrollo del modelo de intervención temprana en recién nacides intersex en un momento previo al establecimiento de la atención sanitaria a personas trans. Al mismo tiempo, observo un peso desigual de ambos temas en el libro. Aparte del capítulo sobre el desarrollo histórico del tratamiento médico de la intersexualidad, se centra en la atención sanitaria a personas trans. Abiétar solo entrevistó a personas trans, quedando ausente las perspectivas de personas intersex. Tampoco describe las demandas del movimiento intersex internacional ni las prácticas clínicas en un momento actual de prohibición de intervenciones quirúrgicas no consentidas a personas intersex en las leyes de no discriminación LGBTI de algunas comunidades autónomas. Este trato desigual puede reproducir una invisibilización de la temática denunciada desde perspectivas intersex. Según Abiétar, la falta de entrevistas a personas intersex se debe a una actitud de cautela desde el activismo intersex a exponer a sus integrantes a un proceso de investigación.
Además, puedo identificar algunas limitaciones en la descripción del cambio reciente del modelo de atención sanitaria a personas trans en el contexto español. Al mencionar aspectos clave, se mezclan demandas del movimiento por la despatologización trans con características de los servicios actuales, y solo el proyecto Trànsit en Catalunya se describe en detalle. Finalmente, observo algunas inexactitudes respecto a las demandas de STP, Campaña Internacional Stop Trans Pathologization o la relación entre la perspectiva del activismo por la despatologización trans y el enfoque de la World Professional Association for Transgender Health (WPATH).
El formato de bibliografía comentada puede ser de utilidad para futures lectores. Sin embargo, la bibliografía indica solo unas pocas publicaciones de un campo más amplio de reflexiones.
En resumen, el libro aporta una revisión crítica interesante y relevante, pero a veces limitada y poco precisa de un debate complejo, desde una perspectiva de apoyo a la despatologización trans e intersex.
La frase «No vamos a hacer una proclama por los derechos humanos. Nuestra diversidad no necesita permisos», que abre el último capítulo, refleja una intencionalidad de empoderamiento, pero no tiene en cuenta la continuada situación de violación de derechos de las personas trans e intersex que convierte la defensa de sus derechos humanos en una prioridad de los activismos trans e intersex en diferentes regiones del mundo.
Contribuciones de autoríaA. Suess Schwend es el único autor de la recensión.
FinanciaciónNinguna.
Conflictos de interesesA. Suess Schwend escribe la recensión desde la perspectiva de un trabajo prolongado sobre despatologización y no binarismo de género.