«por cabalgar vientre con vientre igual que antes y que el día nos encuentre en un abrazo de amantes» Me muero, me muero, Lolita de la Colina Cantada por Olga Guillot (CBS, 1976)
Era una mañana clara y fresca. El verano se iba, más rápido que otros años, y Luisa pensó que no era un mal día para ir a su especialista en ginecología. Había pedido hora hacía algunas semanas y ahora lo vivía como una especie de inicio saludable del nuevo curso.
Su especialista, siguiendo el guión establecido en el manual, le preguntó:
- —
¿Mantienes relaciones sexuales en la actualidad?
- —
Sí—le contestó Luisa—, tengo una pareja estable desde hace 3 años.
El especialista, muy en su papel indagador, prosiguió el interrogatorio:
- —
¿Utilizas preservativo?
- —
No.
Un silencio llenó entonces la consulta. Hasta que una pregunta lanzada por el especialista, esta vez en forma de frase afirmativa, lo rompió:
- —
Entonces utilizas píldoras anticonceptivas, claro.
- —
No—le aclaró Luisa.
Ahora sí, ante la nueva negativa, el especialista levantó por fin su cabeza del papel y le preguntó con una cara que no podía ocultar su asombro:
- —
¿Y cómo es posible que no estés embarazada?
- —
Pues porque estoy con una mujer.
El especialista suspiró aliviado y anotó la información. A modo de conclusión final, añadió con pasmosa tranquilidad:
- —
Entonces no debes preocuparte por el contagio de infecciones de transmisión sexual.
No es ficción, aunque lo parece.
¿Lesbianas? ¿Dónde? Mujeres que llevan años sin pisar una consulta ginecológica porque cuando fueron les dijeron que siendo lesbianas no tenían por qué hacerlo. Mujeres a las que su especialista las ha descalificado, cuestionado y enjuiciado por su orientación sexual. A veces incluso con el acompañamiento de risas burlonas o sonrisas condescendientes. Mujeres que van y no vuelven. Mujeres que preguntan y ante los silencios o los tópicos no preguntan más y buscan entonces la información (¡que necesitan!) donde pueden. Casi siempre, la que encuentran es poca, mala, sesgada.
Profesionales que no saben o no contestan. Profesionales descolocados, incómodos, angustiados; algunos. Profesionales ausentes, quemados, dimitidos de su vocación (de su don), otros. ¿Lesbianas? ¿Dónde?1,2.
Entre tanto, la incidencia de cáncer de mama en las lesbianas duplica la que aparece entre las mujeres heterosexuales. Menos consultas ginecológicas, menos detección precoz, menos prevención, menos tratamiento, menos salud.
¿Invisibles también para el sistema sanitario?