El pasado mes de julio tuvimos la fortuna de asistir a un evento difícil de imaginar pocos meses atrás, y mucho más inimaginable ahora «que hace más de veinte años que decíamos tener veinte años». Por descontado que nos referimos al espectáculo Dos pájaros de un tiro, donde Joan Manel Se- rrat y Joaquín Sabina cantaron las canciones que sus dos mitades compusieron a solas, pero que han vuelto a ser compuestas por primera vez en cuanto sus especiales voces se han juntado. !Qué lujo!
Y mientras se tarareaban las canciones por todos conocidas «.este hacerse mayor sin delicadeza», resolvimos lo que hace un tiempo planteamos como una duda y que de pronto se satisfacía: no hacía falta «el retorno a Vancouver, con mente predispuesta y corazón abierto, con el fin de conocerlo y no sólo para justificar que se estuvo allí»1. Estos dos pájaros nos habían esclarecido, cuales dios Hermes, la verdadera intención y el interés que subyace a toda comprensión de la realidad; solamente se tenía que reflexionar sobre el comportamiento que muchas veces tenemos ante la ciencia y el reconocimiento a las fuentes «que tanto nos han enseñado».
Está claro que la referencia bibliográfica constituye el dato documental que se ofrece para identificar de modo exacto la fuente mencionada. Pero citar trabajos previos no consiste únicamente en escribir correctamente su referencia, por apetecida que ésta sea23; más bien debe simbolizar asociaciones conceptuales de ideas científicas reconocidas como provechosas por el autor que lo hace. Es decir, una cita es una transacción científica, un reconocimiento expreso de una deuda intelectual hacia una fuente de información previa. ¿Algo como cantar canciones de otro?
Cantar canciones de otro es tanto como tantear sus vinos, sus pensamientos, su tristeza… Afortunadamente, en nuestro país no es difícil catar un buen vino y, por tanto, no debe ser un tema a envidiar ni a esconder. Sin embargo, compartir pensamientos es una fortuna que hay que saber apreciar, porque generalmente quedarán para enriquecer nuestro entendimiento.
Hacer nuestro un pensamiento ajeno, generar con él nuevo conocimiento, sería, según Steiner4, un gozo intelectual cultivado en campos llenos de sombras, no en campos cegados por la luz; no hay conocimiento filosófico ni científico limpio de dudas y de frustraciones. Sin embargo, una mínima dosis de incerti- dumbre es un aliciente que motiva la discusión intelectual.
Volviendo a estos pájaros, concretamente a una canción escrita por Sabina5, en esta ocasión cantada con Serrat, nos vino a la mente una reflexión sobre el comportamiento de pareja (sin ningún sesgo de género y aplicable a todo tipo de relación) y que quizá pueda valer para las citas a pensamientos anteriores: «De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera, por ti la vida entera; y sin embargo, un rato, cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera.»
Al profesor Luis David Castiel por prestarnos parte de su epistemología y hermenéutica.