He leído con agrado la Nota editorial de Ruano-Raviña y Álvarez-Dardet1 sobre la falta de colaboración de algunos autores con las revistas para hacer revisiones. De forma atrevida, califican a dichos autores como «parásitos», y aunque parezca algo exagerado no les falta razón. Es una reflexión lógica desde la trinchera editorial, basada en la dificultad casi diaria de encontrar revisores para los manuscritos que les llegan. Lanzan los editores algunas ideas que alguno podría interpretar como amenaza: publicar la lista de «parásitos» o declinar revisar artículos por falta de revisores. No son malas ideas, pero creo que seguramente tampoco son demasiado buenas. Me planteo algunas preguntas que me parecen relevantes, y cuyas respuestas permitirían caracterizar mejor el problema, en Gaceta Sanitaria o en cualquier revista: en un período determinado de tiempo (un año, por ejemplo), ¿a cuántas personas se pide una revisión y cuántas aceptan?, ¿cuántas personas rechazan colaborar con la revista y cuántas veces lo hacen?, ¿qué razones dan para declinar la invitación para revisar?, ¿publican frecuentemente las personas que no colaboran?, ¿habían colaborado con anterioridad? Bien es cierto que este análisis, que aportaría una información muy útil, se añadiría a las tareas que ya realizan los editores −y en Gaceta Sanitaria lo hacen, además, de forma altruista-.
También deseo hacer notar que a veces algunos autores-revisores nos sentimos cansados y hasta quemados. Como explicaba en otro lugar2, tras realizar mi duodécima revisión editorial en lo que iba de año y haber rechazado hacer otras cuatro para 13 revistas diferentes (corría el mes de abril), creo que existe también un «síndrome del revisor quemado». Algunos autores-revisores reciben muchas solicitudes de colaboración, porque hay muchas (¿demasiadas?) revistas que reciben muchos (¿demasiados?) manuscritos. Poder cuantificar esto o la disponibilidad para revisar mediante algún tipo de declaración individualizada no debería ser demasiado complicado, quizás en plataformas como ORCID3 o ResearcherID4 que pudieran enlazarse a los sistemas de gestión editorial de las revistas. Defiendo que los revisores puedan y sepan decir «no» cuando el tiempo les apremia, el tema del manuscrito se escapa de sus conocimientos o sencillamente no les apetece hacer una revisión (que a veces también es una buena razón). Y las revistas deberían controlar mejor la frecuencia con que envían manuscritos a sus revisores (y en muchas ocasiones sucesivas reevaluaciones), los plazos de entrega y los sistemas de aviso automático. Y lo más importante: “cuidar”, o hacerlo un poquito más, a sus revisores como ya hace Gaceta Sanitaria5,6.
Desde la perspectiva del autor-revisor, quizás también podríamos calificar de «parásitos» a algunas revistas o ciertos editores que piden revisiones indiscriminadamente. Vaya por delante que no es el caso de Gaceta Sanitaria, que conozco bien como anterior director y miembro de su actual consejo editorial. Pero viene a colación comentar que algunas revistas piden revisiones y segundas revisiones insistentemente, sin tener en cuenta cuándo se colaboró por última vez, ni considerar el tema del manuscrito, y que incluso pueden llegar a solicitar una «edición técnica» del manuscrito al revisor. Y tengo la sensación, por mi experiencia con algunas nuevas revistas, de que algunos “editores” sólo trasiegan la correspondencia entre autores y revisores, sin desarrollar el verdadero papel editorial de discernir las bondades y limitaciones de los trabajos, su relevancia y potencial interés para la audiencia de la revista, ni ayudar a los autores en la mejora del manuscrito7.
Aunque existan «autores parásitos», y también «revistas y editores parásitos», con las editoriales y revistas «depredadoras»8,9 como máximo exponente (que es otro tema), creo firmemente que la relación entre autores-revisores y editores debería ser de amable y fructífera simbiosis.