Describir los comportamientos y prácticas sexualesde adolescentes y jóvenes españoles en función del género.
MétodoLa información fue recogida mediante un cuestionario, realizado en el domicilio de los participantes y con presencia del entrevistador, aplicado a una muestra aleatoria integrada por 2.171 chicos y chicas de 14-24 años de edad, representativa de las comunidades de Galicia, Madrid y Andalucía.
ResultadosUn total de 1.439 sujetos (66,3%) refirieron haber tenido actividad sexual en los últimos 6 meses, sin apreciarse diferencias estadísticamente significativas entre chicos (66,4%) y chicas (66,2%), excepto en las siguientes variables: haber practicado el coito anal (los chicos refieren haberlo practicado en mayor proporción); número de parejas sexuales (las chicas manifestaron tener menor número de parejas), y frecuencia de coitos vaginales (las chicas presentaron una frecuencia más elevada en esta práctica). También se encontraron diferencias en frecuencia de uso del condón en las prácticas coito-anales y en las bucogenitales, en las que los chicos refirieron utilizarlo más frecuentemente.
ConclusionesLos datos de este estudio indican que los chicos y las chicas mantienen comportamientos sexuales diferenciados. En este sentido, las chicas suelen tener menor número de parejas sexuales y utilizan el preservativo en mayor medida que los chicos en las prácticas coito-vaginales; sin embargo, hacen menor uso de éste en las prácticas bucogenitales y coito-anales. En función de estos datos consideramos necesario tener en cuenta la variable género a la hora de diseñar e implementar intervenciones preventivas.
To describe the sexual behaviors and practices of Spanish adolescents and young adults according to gender.
MethodInformation was gathered by means of a questionnaire administered in participants’ homes in the presence of an interviewer. A random sample was used, consisting of 2,171 adolescents and young adults of both sexes, ranging in age from 14 to 24 years old. The participants were from three distinct regions of Spain: Galicia, Madrid, and Andalusia.
ResultsA total of 1,439 participants (66.3%) reported having been sexually active in the previous 6 months, with no statistically significant differences between male (66.4%) and female (66.2%) respondents. However, significant differences were found between males and females in the following variables: anal intercourse was reported by a higher proportion of males than females, the number of sexual partners reportedby females was lower than that reported by males and the frequency of vaginal intercourse reported by females was higher than that reported by males. Condom use in anal intercourse and oral sex was more frequently reported by males than by females.
ConclusionsThe results of this study indicate that sexual behavior differs between genders, with females having a lower number of sexual partners and more frequently using a condom in vaginal intercourse but less frequently in oral sex and anal intercourse. In view of these data, we believe that gender should be taken into account when designing and implementing preventive interventions.
La investigación sobre el comportamiento y las prácticas sexuales de los jóvenes y adolescentes ha experimentado un importante desarrollo en las últimas décadas1. Sin duda, la sexualización de la epidemia por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), ocurrida especialmente desde finales de los noventa2, ha sido uno de los principales factores que han propiciado una mayor atención hacia el estudio de estos temas3. No obstante, todavía son pocos los estudios realizados en España que hayan abordado la cuestión con muestras amplias y representativas de la población de adolescentes y jóvenes, más allá de los estudios realizados con población escolarizada.
Diversos estudios indican la aparición de cambios en las actitudes y los comportamientos sexuales4–6. En este sentido, se observa que las conductas sexuales de los jóvenes y adolescentes se dan cada vez con mayor precocidad7, lo que pone de manifiesto que comienzan a tener relaciones sexuales a edades más tempranas que sus iguales de hace varias décadas4,6. Los chicos en España tienen sus primeras relaciones sexuales con penetración en torno a los 17,5 años de edad, y las chicas a los 18,2 años, si bien las diferencias entre ambos son menores en el grupo de los más jóvenes8. Sin embargo, el comportamiento sexual no es algo estático, y la multiplicidad de factores que influyen en ello conlleva la necesidad de realizar evaluaciones periódicas.
En este sentido, tras la importante mejora producida en el tratamiento de la infección por el VIH/sida, con la consiguiente reducción de las tasas de mortalidad anual9, se ha planteado que tal vez ello pueda estar influyendo en las prácticas sexuales de los jóvenes10.
Además, las aportaciones de las investigaciones con perspectiva de género incorporan al estudio del comportamiento sexual cuestiones relevantes, como las relaciones de poder entre géneros y el estudio de los es- tereotipos11, las representaciones sociales, y el análisis de las normas y creencias en torno al comportamiento sexual de cada género12, imprescindibles para un abordaje comprensivo y eficaz de esta cuestión13.
Los estudios desarrollados hasta ahora han encontrado diferencias en función del género en el comportamiento de los jóvenes8,10,14,15. Tal como se desprende de sus conclusiones, los chicos se inician antes en las relaciones sexuales, tienen más parejas ocasionales y adoptan mayores riesgos. En cambio, las chicas suelen tener relaciones sexuales en el marco de una relación estable y asociada a una relación de amor y confianza10,15.
El objetivo de este estudio es describir los comportamientos y las prácticas sexuales de adolescentes y jóvenes españoles de 14-24 años de edad en función del género, con el fin de aportar una visión representativa y actual en torno a este tema.
MétodoMuestraLa muestra estuvo constituida por 2.171 adolescentes y jóvenes españoles con edades comprendidas entre 14 y 24 años (720 de Andalucía, 731 de Galicia y 720 de Madrid), seleccionados mediante un mues- treo aleatorio, polietápico por conglomerados. En primer lugar, se estratificó por provincia, y se seleccionó para cada estrato (tamaño de hábitat) una muestra proporcional a la distribución de la población de jóvenes de 14-24 años; posteriormente, se procedió a la selección de los municipios donde se llevarían a cabo las entrevistas. Por último, en cada municipio se seleccionaron las secciones censales para ajustar la distribución a puntos de muestreo en torno a 10 entrevistas (rango: 8-11). Se fijaron cuotas por edad y género, según la distribución de la población. Un total de 380 jóvenes contactados se negaron a responder a la encuesta, lo que determinó una tasa de respuesta del 85,1%. Los jóvenes que se negaron a responder fueron sustituidos dentro de la misma sección censal por otros de su mismo estrato de edad y género. El error muestral se situó en un 2%, con un intervalo de confianza del 95% (IC95%).
InstrumentosPara la recogida de información se utilizó el cuestionario diseñado por Bimbela16, que recoge información sobre un conjunto de variables, continuas y categóricas, referidas a aspectos sociodemográficos y prácticas sexuales. Asimismo, incluye 4 escalas: a) norma percibida del grupo de iguales sobre el preservativo; b)habilidad autopercibida para evitar la infección por el VIH; c) conocimientos sobre la seguridad de los métodos para la prevención del VIH/sida, y d) conocimientos sobre prácticas sexuales de riesgo frente al VIH/sida.
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Variables sociodemográficas. Se recogió información sobre distintas variables: edad, sexo, nivel de estudios, tipo de convivencia, nivel de estudios de los padres y lugar de residencia.
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Prácticas sexuales. Incluyó cuestiones referidas a la actividad sexual en los últimos 6 meses, como «frecuencia de prácticas coito-vaginales, coito-anales y bu- cogenitales», «número de parejas sexuales» y «frecuencia de uso del condón en las prácticas coito-vaginales, coito-anales y bucogenitales»; asimismo, se les preguntaba si «habían sentido culpa, agobio o arrepentimiento, en alguna ocasión, por no haber tomado las precauciones adecuadas».
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Escala de norma percibida del grupo de iguales sobre el preservativo. La integraban 6 elementos con formato de respuesta tipo Likert, de 5 puntos (desde totalmente en desacuerdo hasta totalmente de acuerdo). Los ítems eran del tipo «Me parece bien que las chicas lleven condones» o «El uso del condón es algo totalmente aceptado entre mis amigos/as». Las puntuaciones que los sujetos podían obtener en esta escala oscilaban entre 0 y 6 puntos. El índice alfa de Cron- bach obtenido fue de 0,72.
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Escala de habilidad autopercibida para evitar la infección por el VIH. Compuesta por 8 elementos del tipo «Sólo de mí y de lo que yo haga depende que pueda coger el virus del sida» o «Es fácil evitar la transmisión del virus del sida», a lo que los sujetos respondieron con escalas de 5 puntos tipo Likert (desde totalmente en desacuerdo hasta totalmente de acuerdo). Las puntuaciones en esta escala iban de 0 a 8 puntos. El índice alfa de Cronbach fue de 0,43.
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Escala de conocimientos sobre la seguridad de los métodos para la prevención del VIH/sida. Formada por 12 cuestiones referidas a la seguridad de diferentes métodos anticonceptivos o preventivos para prevenir la transmisión sexual del VIH/sida, a los que los sujetos contestaban utilizando una escala de 5 puntos tipo Likert (desde seguridad mínima hasta máxima). Las puntuaciones oscilaban entre 0 y 12. El índice alfa de Cronbach obtenido fue de 0,74.
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Escala de conocimientos sobre prácticas sexuales de riesgo frente al VIH/sida. Integrada por 6 elementos referidos al riesgo asociado a determinadas prácticas sexuales con una persona portadora del virus del sida, del tipo «¿Qué riesgo de coger el sida crees que tiene dar un beso húmedo (con intercambio de saliva) a una persona portadora de dicho virus?» o «¿Qué riesgo crees que tiene un chico que practica la penetración vaginal sin condón con una chica portadora de dicho virus». El formato de respuesta utilizado fue una escala de 5 puntos tipo Likert (desde ningún riesgo hasta máximo riesgo). Las puntuaciones en esta escala iban de 0 a 6 puntos. El índice alfa de Cronbach fue de 0,64.
Se utilizaron como variables independientes el género y la edad de los sujetos, los cuales fueron divididos en dos categorías de edades: 14-18 años (adolescentes) y 19-24 años (jóvenes).
ProcedimientoLos cuestionarios eran anónimos y fueron aplicados por encuestadores profesionales, invirtiéndose una media de 26 min en su realización. Previamente a su aplicación se explicaba la finalidad de la investigación y se solicitaba la colaboración del propio sujeto, y autorización de los padres o tutores cuando eran menores de edad. Con el objetivo de comprobar la veracidad del trabajo de campo, se supervisó telefónicamente un 10% de las entrevistas realizadas y otro 10% acudiendo nuevamente al domicilio del entrevistado/a, con lo que se confirmó en la totalidad de los casos.
Análisis de datosTendiendo en cuenta el objetivo principal de este estudio, se realizaron contrastaciones empíricas en función del género, la edad (14-18 frente a 19-24 años) y el tipo de pareja (afectiva frente a casual). La comparación de proporciones se realizó mediante la prueba de la χ2 y la comparación de medias mediante la prueba ANOVA.
ResultadosCaracterísticas sociodemográficas de la muestraEn la tabla 1 se muestran las diferencias estadísticamente significativas en función del género para las variables nivel de estudios y situación laboral/ocupa- cional. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre chicos y chicas en las variables tipo de convivencia y nivel de estudios del padre y de la madre; tampoco en los intervalos de edad y comunidad autónoma de procedencia, criterios con los que se seleccionó la muestra.
Características sociodemográficas de la muestra
Variables | Chicos N = 1.085 n (%) | Chicas N = 11.086 n (%) | χ2 | p |
Edad (años) | ||||
14-16 | 297 (27,4) | 293 (27) | ||
17-18 | 229 (21,1) | 226 (20,8) | ||
19-20 | 167 (15,4) | 169 (15,6) | 0,17 | 0,997 |
21-22 | 226 (20,8) | 233 (21,5) | ||
22-24 | 166 (15,3) | 165 (5,2) | ||
Nivel de estudios | ||||
Primarios | 250 (23) | 200 (18,4) | ||
ESO finalizada | 298 (27,5) | 268 (24,7) | ||
Bachillerato/FP finalizado | 375 (34,6) | 381 (35,1) | 21,49 | 0 |
Universitarios | 162 (14,9) | 237 (21,8) | ||
Situación laboral/ocupacional | ||||
Estudia | 502 (46,3) | 641 (59) | ||
Trabaja | 244 (22,5) | 160 (14,6) | 49,03 | 0 |
Estudia y trabaja | 279 (25,7) | 205 (18,9) | ||
Ni estudia ni trabaja | 60 (5,5) | 80 (7,4) | ||
Tipo de convivencia | ||||
Vive con su familia | 990 (91,2) | 987 (90,9) | 0,08 | 0,989 |
Emancipado | 95 (8,8) | 99 (9,1) | ||
Nivel de estudios del padre | ||||
Sin estudios | 35 (3,3) | 27 (2,5) | ||
Primarios | 692 (63,8) | 721 (66,5) | 3,63 | 0,304 |
Secundarios | 169 (15,6) | 174 (16) | ||
Universitarios | 189 (17,4) | 164 (15,1) | ||
Nivel de estudios de la madre | ||||
Sin estudios | 47 (4,3) | 31 (2,9) | ||
Primarios | 754 (69,5) | 793 (73) | 5,57 | 0,134 |
Secundarios | 155 (14,3) | 154 (14,2) | ||
Universitarios | 129 (11,9) | 108 (9,9) | ||
Comunidad autónoma | ||||
Andalucía | 360 (33,2) | 360 (33,1) | ||
Galicia | 364 (33,5) | 367 (33,8) | 0,02 | 0,991 |
Madrid | 361 (33,3) | 359 (33,8) |
El 66,3% de los sujetos de la muestra refirió haber tenido relaciones sexuales en los últimos 6 meses (tabla 2), sin apreciarse diferencias entre chicos (66,4%) y chicas (66,2%). Sin embargo, sí se encontraron diferencias en función del género respecto a las siguientes variables: haber practicado el coito anal (χ2 = 24,60; p < 0,000; los chicos refieren haberlo practicado en mayor proporción), número de parejas sexuales (χ2 = 134,07; p < 0,000; las chicas manifestaron tener menor número de parejas que los chicos), frecuencia de coitos vaginales (χ2 = 25,60; p < 0,000; los datos reflejan que las chicas mantienen esta práctica con más frecuencia que los chicos), frecuencia de uso del condón en las prácticas coito-anales (χ2 = 24,61; p < 0,000; los chicos tienden a utilizarlo en mayor medida que las chicas) y frecuencia de uso del condón en las prácticas bucogenitales (χ2 = 10,28; p < 0,006; las chicas lo utilizan en menor medida que los chicos cuando mantienen esta práctica sexual).
Prácticas sexuales de chicos y chicas activos sexualmente en los últimos 6 meses
Variables | Chicos | Chicas | χ2 | p | ||
N | n (%) | N | n (%) | |||
Sujetos activos sexuales | 1.085 | 720 (66,4) | 1.086 | 719 (66,2) | 2,1 | 0,083 |
Han practicado coito vaginal | 720 | 555 (77,1) | 719 | 554 (77,5) | 0,26 | 0,874 |
Han practicado coito anal | 720 | 99 (13,9) | 719 | 43 (6) | 24,6 | 0 |
Han practicado sexo oral | 720 | 381 (53,5) | 719 | 370 (51,8) | 0,41 | 0,286 |
Número de parejas sexuales | 720 | 719 | ||||
Una | 386 (53,6) | 585 (81,4) | ||||
De 2 a 5 | 268 (37,2) | 122 (16,9) | 134,07 | 0 | ||
Más de 5 | 66 (9,2) | 12 (1,7) | ||||
Frecuencia de coitos vaginales | 720 | 719 | ||||
Nunca | 160 (22,2) | 162 (22,5) | ||||
Alguna vez | 128 (17,8) | 68 (9,4) | 25,6 | 0 | ||
Una vez al mes | 104 (14,4) | 111 (15,4) | ||||
Una vez a la semana | 173 (24,1) | 176 (24,5) | ||||
Varias veces al mes | 155 (21,5) | 202 (28,3) | ||||
Frecuencia de coitos anales | 720 | 719 | ||||
Nunca | 436 (60,6) | 418 (58,1) | ||||
Alguna vez | 80 (11,1) | 101 (14) | 2,13 | 0,081 | ||
Una vez al mes | 117 (16,2) | 67 (9,3) | ||||
Varias veces al mes | 87 (12,1) | 133 (18,6) | ||||
Una vez a la semana | – | – | ||||
Frecuencia de sexo oral | 720 | 719 | ||||
Nunca | 335 (46,5) | 347 (48,2) | ||||
Alguna vez | 143 (19,9) | 132 (18,3) | 0,8 | 0,768 | ||
Una vez al mes | 81 (11,2) | 81 (11,2) | ||||
Varias veces al mes | 92 (12,8) | 88 (12,3) | ||||
Una vez a la semana | 69 (9,6) | 71 (9,9) | ||||
Frecuencia de uso de condón en las prácticas coito-vaginales | 547 | 109 (19,9) | 548 | 132 (24,1) | ||
Nunca | 117 (22,3) | 114 (20,8) | ||||
A veces | 321 (57,8) | 302 (55,1) | 2,87 | 0,238 | ||
Siempre | ||||||
Frecuencia de uso de condón en las prácticas coito-anales | 97 | 39 (40,2) | 43 | 23 (53,5) | ||
Nunca | 22 (22,7) | 8 (17,6) | ||||
A veces | 36 (37,1) | 12 (27,9) | 24,61 | 0 | ||
Siempre | ||||||
Frecuencia de uso de condón en las prácticas bucogenitales | 373 | 273 (73,2) | 364 | 302 (83) | ||
Nunca | 51 (13,7) | 31 (8,5) | ||||
A veces | 49 (13,1) | 31 (8,5) | 10,28 | 0,006 | ||
Siempre | ||||||
Alguna vez has sentido agobio o culpa por no tomar las precauciones adecuadas | 720 | 559 (77,6) | 719 | 568 (79) | ||
Sí | 161 (22,4) | 151 (21) | ||||
No | 0,4 | 0,284 |
N: número de sujetos que responden a la pregunta; n: número de sujetos en cada categoría.
El análisis del uso del preservativo en función de la práctica sexual (coito-vaginal, coito-anal o bucogenital) y el tipo de pareja (habitual frente a casual) muestra que, para el grupo de chicos (tabla 3), se encontraron diferencias estadísticamente significativas respecto al uso del condón en las prácticas coito-vaginales (χ2 = 19,77; p < 0,000; los mayores niveles de uso sistemático del preservativo se dan cuando se tienen relaciones con una pareja casual) y el uso del condón en las prácticas bucogenitales (χ2 = 23,06; p < 0,000; aunque los niveles de uso y uso sistemático son bajos para esta práctica sexual, se incrementa su uso cuando se tienen relaciones con una pareja ocasional).
Frecuencia de uso del condón en chicos y chicas en función del tipo de pareja sexual (afectiva frente a casual) en los últimos 6 meses
Chicos | Chicas | |||||
Pareja afectiva n (%) | Pareja ocasional n (%) | χ2 (p) | Pareja afectiva n (%) | Pareja ocasional n (%) | χ2(p) | |
Uso del condón en el coito vaginal | ||||||
Nunca | 91 (24,1) | 18 (10,2) | 19,77 | 130 (26,3) | 2 (3,5) | 14,78 |
A veces | 86 (22,8) | 32 (18,2) | 0 | 103 (20,6) | 14 (24,6) | 0,001 |
Siempre | 200 (53,1) | 128 (71,6) | 263 (53,1) | 42 (71,9) | ||
Uso del condón en el coito anal | ||||||
Nunca | 27 (49,1) | 13 (28,6) | 5,93 | 22 (57,1) | 1 (20) | 5,91 |
A veces | 11 (20) | 11 (26,2) | 0,115 | 5 (14,3) | 3 (60) | 0,116 |
Siempre | 7 (30,9) | 19 (45,2) | 11 (28,6) | 1 (20,0) | ||
Uso del condón en el coito oral | ||||||
Nunca | 215 (80,1) | 63 (56,5) | 23,06 | 273 (83,8) | 31 (78,9) | 15,89 |
A veces | 30 (11,1) | 23 (20,4) | 0 | 24 (7,1) | 8 (21,1) | 0,001 |
Siempre | 24 (8,8) | 26 (23,1) | 30 (9,1) | 0 (0) |
Por lo que se refiere al grupo de chicas (tabla 3), se encontraron diferencias estadísticamente significativas respecto al uso del condón en las prácticas coito- vaginales (χ2 = 14,78; p < 0,001; al igual que ocurría con el grupo de chicos, los mayores niveles de uso se dieron cuanto se mantenían relaciones con una pareja ocasional) y el uso del condón en las prácticas bu- cogenitales (χ2 = 15,89; p < 0,001; los datos reflejan que las chicas hacen poco uso de este método en este tipo de prácticas). Además, es más frecuente que tengan prácticas bucogenitales con su pareja habitual. Sin embargo, los datos indican que aunque son pocas las que tienen prácticas bucogenitales con parejas ocasionales, cuando las tienen no parecen hacer un uso sistemático del condón.
Por otra parte, cuando analizamos la frecuencia de uso del preservativo en función del tipo de práctica sexual (coito-vaginal, coito-anal o bucogenital) y grupo de edad (14-18 frente a19-24 años), para el grupo de chicos (tabla 4) se aprecian diferencias estadísticamente significativas entre los grupos de 14-18 años de edad (adolescentes) y los de 19-24 años (jóvenes) respecto al uso del condón en las prácticas coito-vaginales (χ2 = 14,48; p < 0,0000; el grupo de varones adolescentes muestra hacer un mayor uso del preservativo que los jóvenes), el uso del condón en las prácticas coito-anales (χ2 = 9,85; p < 0,015; nuevamente el grupo de adolescentes mostró mayores niveles de uso ocasional y sistemático que el grupo de jóvenes de más edad) y el uso del condón en las prácticas bucogenitales (χ2 = 14,45; p < 0,03; una vez más el grupo de adolescentes hace un mayor uso de este método en este tipo de prácticas sexuales).
Frecuencia de uso del condón en chicos y chicas en función del grupo de edad (14-18 frente a 19-24 años) en los últimos 6 meses
Chicos | Chicas | |||||
14-18 años n (%) | 19-24 años n (%) | χ2(p) | 14-18 años n (%) | 19-24 años n (%) | χ2(p) | |
Uso del condón en el coito vaginal | ||||||
Nunca | 14 (10,2) | 96 (23,1) | 14,48 | 15 (11,6) | 118 (27,9) | 14,53 |
A veces | 25 (18,2) | 93 (22,4) | 0 | 33 (25,6) | 82 (19,3) | 0,001 |
Siempre | 99 (71,5) | 227 (54,5) | 82 (62,8) | 224 (52,7) | ||
Uso del condón en el coito anal | ||||||
Nunca | 3 (17,9) | 35 (49,3) | 9,85 | 7 (38,9) | 16 (64) | 6,07 |
A veces | 7 (35,7) | 12 (17,4) | 0,015 | 6 (33,4) | 2 (8) | 0,211 |
Siempre | 9 (46,4) | 23 (33,3) | 5 (27,8) | 7 (28) | ||
Uso del condón en el coito oral | ||||||
Nunca | 51 (59,5) | 227 (77,1) | 14,45 | 60 (76) | 248 (84,8) | 3,34 |
A veces | 22 (25) | 31 (10,4) | 0,003 | 9 (12) | 22 (7,6) | 0,417 |
Siempre | 13 (15,5) | 37 (12,5) | 9 (12) | 22 (7,6) |
Respecto al grupo de las chicas, sólo se encontraron diferencias estadísticamente significativas respecto al uso del condón en las prácticas coito-vaginales (χ2 = 14,53; p < 0,001; los datos muestran que las adolescentes hacen un mayor uso ocasional y sistemático de este método, respecto a las jóvenes de 19-24 años).
Conocimientos y habilidad autopercibida para prevenir el sida y norma subjetiva del grupo de iguales para el preservativo (tabla 5)Se hallaron diferencias estadísticamente significativas en las escalas que evaluaban las siguientes variables: habilidad autopercibida para evitar la infección por el VIH, con una puntuación de 3,92 (IC95%: 3,88-3,95) para chicos y de 3,99 (IC95%: 3,95-4,02) para chicas (F = 6,37; p < 0,012); norma percibida del grupo de iguales sobre el preservativo, con una puntuación de 4,35 (IC95%: 4,30-4,39) para chicos y de 4,46 (IC95%: 4,42-4,49) para chicas (F = 12,49; p < 0,000), y conocimientos sobre la seguridad de los métodos para la prevención del VIH/sida, con una puntuación de 5,79 (IC95%: 5,605,97) para chicos y de 6,56 (IC95%: 6,38-6,74) para chicas (F = 34,77; p < 0,001).
Diferencias entre chicos y chicas en las escalas de conocimientos sobre transmisión y prevención del VIH/sida y en las escalas de locusde control y norma subjetiva de grupo sobre el preservativo
Chicos N = 1.085 Media (DE) | Chicas N = 1.086 Media (DE) | F | p | |
Habilidad autopercibida para evitar la infección por el VIH | 3,92 (0,62) | 3,99 (0,61) | 6,37 | 0,012 |
Norma percibida del grupo de iguales sobre el preservativo | 4,35 (0,76) | 4,46 (0,65) | 12,49 | 0,000 |
Conocimientos sobre la seguridad de los métodos para la prevención del VIH/sida | 5,79 (2,93) | 6,56 (2,93) | 34,77 | 0,000 |
Conocimientos sobre prácticas sexuales de riesgo frente al VIH/sida | 3,26 (0,97) | 3,29 (0,93) | 0,45 | 0,503 |
DE: desviación estándar; VIH: virus de la inmunodeficiencia humana.
Por el contrario, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas en la escala que evaluaba los conocimientos sobre prácticas sexuales de riesgo frente al VIH/sida (F = 0,45; p > 0,503), con una puntuación de 3,26 para los chicos (IC95%: 3,20-3,31) y de 3,29 para las chicas (IC95%: 3,23-3,34).
DiscusiónEl porcentaje de chicos y chicas sexualmente activos, en los últimos 6 meses, es similar. No obstante, los chicos tuvieron más parejas sexuales y practicaron en mayor proporción el coito anal. Estos hallazgos son coincidentes con los encontrados en otros estudios realizados en España7,17,18, y similares a los obtenidos en muestras americanas19 y europeas20, si bien en estas últimas investigaciones las edades de las muestras evaluadas difieren ligeramente de las del presente estudio.
Aunque no se encontraron diferencias entre la proporción de chicos y chicas que habían mantenido prácticas coito-vaginales, cuando se analiza su frecuencia las chicas las mantuvieron más habitualmente que los chicos. Este hallazgo no es sorprendente si se tiene en cuenta que las chicas tuvieron en mayor medida relaciones con parejas estables, y que los sujetos más activos sexualmente son los que tienen una pareja estable frente a los que tienen relaciones con parejas ocasionales18.
Las chicas hicieron menor uso del preservativo, de modo especial en las prácticas coito-anales y bucoge- nitales; además, mostraron mayores niveles de frecuencia de no utilizar el preservativo en ellas. Estas prácticas sexuales conllevan el riesgo de contraer una infección de transmisión sexual (ITS), aunque no de un embarazo. Este hallazgo apoya la idea de que el condón se utiliza fundamentalmente para evitar embarazos y, en menor medida, para prevenir las ITS.
Al profundizar en el estudio del uso del preservativo, incluyendo en el análisis las variables tipo de pareja (afectiva frente a ocasional) y grupo de edad (14-18 frente a 19-24 años), se observa que el uso del condón se incrementa cuando se mantienen relaciones sexuales con una pareja ocasional o cuando los jóvenes tienen menos de 18 años. Este hallazgo coincide con lo señalado consistentemente en otras investigaciones17,21. Además, se sabe que cuando las parejas tienden a estabilizarse se reduce el uso del preservativo22,23, en beneficio de otros métodos, como la pildora24,25, al tiempo que disminuye la percepción de riesgo26,27. Datos similares fueron observados en el estudio británico NATSAL 2000, en el que se apreció que los chicos y las chicas que habían tenido dos o más parejas usaban el preservativo más frecuentemente que los que sólo habían tenido una pareja28.
Independientemente de la edad y del tipo de pareja, los jóvenes y adolescentes de ambos sexos hacen mayor uso del preservativo en las prácticas coito-vaginales que en las bucogenitales y coito-anales, a pesar del riesgo que comportan estas últimas sin protección frente al contagio del VIH/sida y otras ITS29,30. Estos resultados también ponen de manifiesto la existencia de riesgos frente al VIH/sida y otras ITS.
Asimismo, la tesis de la vulnerabilidad del comportamiento sexual de los jóvenes y adolescentes ante el VIH/sida y otras ITS se ve corroborada por el hecho de que un alto porcentaje de los chicos y chicas de este estudio confiesan haber sentido agobio, culpa o arrepentimiento en alguna ocasión por no haber tomado las precauciones adecuadas. Estos hallazgos concuerdan con los resultados de uno de los últimos informes del Instituto de la Juventud de España, en el que se señala que un 9% de las chicas sexualmente activas quedaron embarazadas en alguna ocasión sin desearlo17.
En resumen, los chicos tienen mayor número de parejas que las chicas; sin embargo, utilizan el preservativo en mayor medida que ellas. Por el contrario, las chicas suelen tener la mayoría de su relaciones sexuales en el seno de una pareja estable19, hecho que conlleva a sustituir el preservativo por otro tipo de métodos más orientados a la prevención de embarazos22,23 que a la prevención del VIH/sida u otras ITS, tal vez porque ven más probable y próximo a su entorno la posibilidad de un embarazo que de contraer una ITS31. Además, los resultados de este estudio son discordantes con los resultados de otros en los que las chicas jóvenes y adolescentes son menos activas sexualmente17,21 y más prudentes a la hora de tener comportamientos de riesgo que los chicos.
El hecho de que se haya encontrado que los chicos y las chicas, especialmente estas últimas, consideran algo bien aceptado por su grupo de iguales el uso del preservativo, supone un dato positivo de cara a la prevención de ITS. Este aspecto puede actuar como un facilitador de la conducta de uso32,33. Sin embargo, presentan puntuaciones relativamente bajas en habilidad autopercibida para evitar la infección por el VIH. Además, sus conocimientos sobre las prácticas sexuales de riesgo frente al VIH/sida y sobre la eficacia preventiva de diferentes métodos ante esta infección no son amplios. Aunque la información por sí misma no es causa suficiente para que tenga lugar el comportamiento preventivo, es una condición imprescindible34.
En función de estos hallazgos es necesario seguir priorizando el desarrollo de campañas preventivas del VIH/sida y otras ITS, y reforzar la idea del uso del preservativo, tanto femenino como masculino, como instrumento eficaz para la prevención27,35. Su utilización está fundamentalmente asociada a la prevención de embarazos, ya que los jóvenes y adolescentes disminuyen de manera significativa la frecuencia de uso ante las prácticas coito-anales y bucogenitales, con independencia del tipo de pareja.
Además, teniendo en cuenta que un gran número de chicos y chicas de estas edades mantiene relaciones monogámicas de corta duración31 y con parejas seriadas36, es necesario tener presente que los jóvenes y adolescentes están asumiendo mayores comportamientos de riesgo en las relaciones consideradas por ellos como estables, frente a las que mantienen con parejas ocasionales, con las cuales adoptan más precauciones.
En definitiva, los chicos y las chicas siguen manteniendo comportamientos y prácticas sexuales diferenciadas, aspecto que debe tenerse en consideración de cara al diseño y la implementación de intervenciones preventivas, que necesariamente han de llevarse a cabo reconociendo la existencia de tales asimetrías, fruto de los estereotipos de género todavía imperantes37, y trabajar para su erradicación y la promoción de una sexualidad más igualitaria, satisfactoria y saludable.
Este estudio presenta como principal fortaleza la utilización de un diseño muestral por conglomerados, que garantizó adecuadamente la representatividad de la muestra seleccionada. Sin embargo, el hecho de no contar con instrumentos de recogida de datos estandarizados supone una limitación a la hora de comparar los datos con los de otros estudios internacionales; problema, por otra parte, habitual en este tipo de investigaciones38.
AgradecimientosEsta investigación ha sido financiada por la Fundación para la Investigación y Prevención del Sida en España (FIPSE), II Convocatoria de financiación de proyectos FIPSE, 2000-2003. Proyecto 01/Área de Epidemiología y Prevención.