Hacer un doctorado plantea desafíos importantes y constituye una experiencia significativa en la vida. Los avances tecnológicos, la accesibilidad para viajar y la existencia de convenios entre universidades ofrecen la oportunidad de realizar un doctorado también a distancia. En esta carta compartimos una reflexión sobre nuestra experiencia y planteamos una propuesta para universidades que dictan doctorados a distancia y a tiempo parcial, para que esta vivencia sea además un proceso que contribuya al crecimiento y al bienestar de sus estudiantes.

Hay factores propios de la universidad y de los estudiantes que pueden influir de manera tanto positiva como negativa en la finalización, el logro y el bienestar de los doctorandos1. En nuestra experiencia, encontramos como elementos facilitadores la motivación intrínseca, el interés personal en el tema, la necesidad de nuevos desafíos, el crecimiento personal y profesional, la libertad de elección del doctorado y del tema a desarrollar, y la elección del director de la tesis. La oportunidad de mantener el trabajo actual en la universidad de origen con una modalidad que permitiera desarrollar el doctorado a tiempo parcial, y las perspectivas de futuras líneas de desarrollo en alguna institución, fueron factores facilitadores. En nuestro ciclo vital nos encontramos en la adultez media, lo que nos otorga una mayor libertad, junto a los desafíos de consolidar nuestra carrera, el desarrollo personal, la generatividad y el cuidado de otras personas, entre otras, que implica sumar variables de la vida personal y familiar en el logro de las metas propuestas en un doctorado. Los elementos obstaculizadores se relacionaron con el ritmo del desarrollo del doctorado, la dificultad de equilibrar tiempos personales, familiares y académicos, y sobre todo la insuficiente orientación y facilitación respecto a los procesos administrativos, siendo esta última una barrera de acceso importante. Todo lo anterior influyó en nuestra salud y bienestar durante los años del doctorado.

Nuestra propuesta se orienta a que las universidades, en el marco de las Universidades Promotoras de la Salud2 y desde una mirada salutogénica que considere el desarrollo de activos para la salud3, puedan contribuir a generar condiciones de salud y bienestar para todas las personas que participan en ella. Esto incluye a estudiantes de doctorado a tiempo completo y parcial, del propio país y extranjeros. Dado que el sentido de coherencia ha sido descrito como elemento fundamental para generar salud4, nos parece necesario incorporar estrategias que lo fortalezcan en sus diferentes componentes: comprensibilidad (confianza en que los eventos y los desafíos en la vida son comprensibles), manejabilidad (confianza en que se dispone de recursos que permitan enfrentar estos eventos) y significatividad (confianza en que estos desafíos en la vida son interesantes, motivadores y fuente de satisfacción) (tabla 1).

La combinación de acciones individuales y colectivas en la universidad facilitaría el desarrollo de entornos de apoyo que fortalezcan la capacidad de agencia de las personas5, promoviendo que la experiencia del doctorado sea significativa y la transformación que ella implica en la vida de las personas pueda reflejarse en los distintos escenarios en los que se encuentren.