La actividad clínica tiene más ventajas que inconvenientes, lo que justifica su realización, y su aprecio social. Sin embargo, con el curso de los años y el desarrollo tecnológico, están disminuyendo el umbral para la intervención médica, y el margen entre beneficios y riesgos. Cada vez se atiende a más pacientes con mayor intensidad de recursos preventivos y curatives (de diagnóstico y de tratamiento), y en lugares inapropiados (donde se concentran esos recursos). Todo ello aumenta la probabilidad del daño innecesario por consecuencia de la actividad sanitaria. Es decir, disminuye lo que llamamos «seguridad del paciente».
No basta con ofrecer servicios de calidad a quienes los necesitan, pues hay que conseguir, también, ofrecer cantidad en el lugar oportuno. Así, la actividad médica debería ofrecer cuidados de «baja intensidad y gran calidad», con una actitud activa continua que evite los daños por esas actividades, necesarias o innecesarias (prevención cuaternaria).
En este trabajo se consideran cuatro ejemplos de la necesidad de aplicar prevención cuaternaria en España: 1) la prevención cardiovascular (donde se hace de más a quienes no lo necesitan, y de menos a los que lo precisan), 2) el uso de los nuevos antidepresivos (que ha provocado una «epidemia» de depresiones, de incierto diagnóstico), 3) el uso de antibióticos (muchas veces innecesario, con el consiguiente aumento no justificado de las resistencias bacterianas), y 4) el diagnóstico genético (con el ejemplo de la promoción del cribado de la hemocromatosis, de dudoso valor científico, pero indudable efecto en la medicalización de la sociedad).
Medical activities have more positive than negative outcomes. Because this balance, medicine has a great social recognition. But with new technology and more agressive diagnostic and therapeutic interventions, there is a decreasing gap in between benefits and harms. Risk increases because more interventions, and because placing patients in more technology environments. As a consecuence, patient safety decreases.
Quantity becomes as important as quality, and the place of care is crucial for patient safety. Medical activities should be of «low intensity and high quality», performed in the low level of care possible. Then, quaternary prevention (to avoid unnecessary use and risk of medical interventions) should be a continous parallel clinical activity.
I consider four examples of needed quaternary prevention, with Spanish data: 1) cardiovascular prevention (where there is an inverse use of resources, as patients who need more receive less); 2) use of new antidepresants (which has provoke an artificial epidemic of «depression”); 3) use of antibiotics (frequently, unnecessary use), and 4) genetic diagnosis (with the example of screening of haemochromatosis, and a commentary about genetics and medicalisation).