Introducción
Las influencias de los medios de comunicación en la sociedad han sido estudiadas bajo diferentes marcos teóricos. Mauro Wolf, en su obra «Los efectos sociales de los media»1 destaca, entre otros, los siguientes mecanismos de influencia: a) la dependencia de la sociedad respecto a los medios como sistema de información sobre cualquier ámbito (incluida, por tanto, la información de salud); b) el efecto de los medios en el establecimiento de la agenda pública, o la lista de temas que son prioritarios para una determinada sociedad en un momento concreto; c) la influencia en las representaciones sociales de la realidad (p. ej., con la recreación de ciertos estereotipos y roles sociales), y d) los efectos sobre la creación de la «opinión pública», al difundir, por una parte, determinadas opiniones y, por otra, por ser uno de los sistemas utilizados individualmente a la hora de percibir cuál es la opinión de la mayoría (poll-taker).
Por otra parte, en las últimas décadas la cuestión de la influencia de los medios de comunicación en las cuestiones de género ha centrado el objetivo de numerosas investigaciones. En el ámbito del territorio español, probablemente uno de los trabajos más difundidos ha sido la obra «El sexo de la noticia»2. Si bien no se trata en este caso de un trabajo estrictamente de investigación, contiene importantes y bien reflexionadas recomendaciones de estilo.
El estudio de las cuestiones de género y salud en los medios de comunicación se ha centrado normalmente en el estudio de determinadas patologías, como la imagen corporal y los trastornos de la alimentación3 o la influencia de los medios en el desarrollo del tabaquismo4. Pocos trabajos han abordado el tema de forma global. En este sentido, destaca el estudio de Vives et al5, quienes analizaron la cobertura periodística de 6 temas de salud (cáncer, tabaco, aborto, infarto, anorexia y violencia contra la mujer) en 3 diarios de gran difusión en España. En este trabajo se puso de relieve la mayor visibilidad del hombre frente a la mujer en las noticias sobre temas sanitarios, así como la diferencia en cuanto a los roles representados.
Existe, sin embargo, una gran dificultad para reconocer roles o estereotipos en las representaciones mediáticas, pues a menudo toman formas sutiles. Por ejemplo, en un estudio sobre la programación educativa infantil en la televisión norteamericana6 se observó que aunque las mujeres y los hombres aparecían en proporciones similares representando, respectivamente, papeles de científicas y científicos, las mujeres que salían en la pantalla eran sistemáticamente más jóvenes y representaban un menor rango académico que sus compañeros hombres.
La presente investigación tiene por objetivo conseguir una mayor comprensión del papel de la prensa diaria en la transmisión de informaciones, imágenes y opiniones relacionadas con las cuestiones de género y salud. Este amplio tema se revisa desde tres puntos de vista: a) la responsabilidad de la información de salud en la prensa, según la distribución de sexos en las redacciones y en el conjunto de fuentes de información utilizadas; b) los aspectos de la salud de la mujer que han centrado la atención de la prensa durante los últimos 5 años, y c) la representación textual o iconográfica de determinados estereotipos y roles sociales.
Para ello, se han analizado los datos recogidos en el Informe Quiral7 relativos al período comprendido entre 1997 y 2001. Este informe consiste en la monitorización sistemática de los textos sobre salud y medicina publicados en los 5 diarios de máxima difusión en el territorio español según los datos de la Oficina de Justificación de la Difusión8: El País, El Mundo, ABC, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya.
Además del análisis de la prensa española, se ha estudiado también la evolución de la información en el periódico norteamericano The New York Times entre 1900 y 1999. El acceso a los textos de este último diario se ha realizado a través de su versión electrónica, disponible en formato pdf y con sistema de búsqueda de palabras textuales y clasificación temática.
La responsabilidad sobre la información de salud en la prensa diaria
Distribución jerárquica de la responsabilidad
A pesar de que los organigramas que publican los periódicos no incluyen todos los nombres de las personas que trabajan en la redacción, resultan muy reveladores por constituir un reflejo del reconocimiento público a ciertas personas y cargos.
El sistema de organización de los 5 diarios estudiados es de tipo clásico o piramidal. Es decir, la jerarquía en la toma de decisiones podría ser representada en forma de pirámide en cuyo vértice superior se situaría la persona con el máximo nivel de responsabilidad, mientras que los siguientes cargos se distribuirían en los demás escalones. Para facilitar el análisis, estos grupos organizativos se distribuyeron en 4 niveles (fig. 1). En los organigramas de los 5 diarios, de un total de 16 nombres en el nivel I sólo uno correspondía a una mujer. En el nivel II, sobre un total de 55 nombres, sólo 3 eran mujeres. En los siguientes niveles de organización la información publicada no permitió obtener las cifras globales.
Figura 1. Esquema de la organización clásica, tipo piramidal, en la redacción de un diario. Diarios analizados: El País, ABC, El Mundo, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya (1997-2001).
Tanto en su conjunto como de forma individual, en los 5 diarios estudiados las decisiones que afectan a la redacción las toman en última instancia los hombres, y las mujeres tienen un papel mínimo en los niveles de máxima responsabilidad.
Autoría de los textos periodísticos
Tal como sucede en otros muchos ámbitos profesionales, sería de esperar que los porcentajes respectivos de mujeres y hombres se fueran igualando a medida que se desciende hacia la base de la pirámide, e incluso podría llegarse a una situación en la que el número de mujeres fuera superior al de los hombres (no sería descabellada esta idea, teniendo en cuenta la repartición de sexos en las promociones que salen cada año de nuestras facultades de periodismo).
De la revisión de los datos del Informe Quiral se concluyó que de los 30.199 textos sobre salud y medicina publicados en los 5 diarios analizados entre 1997 y 2001, un 43,8% no presentaba firma (aparecían como información procedente de agencia o de «redacción»). Entre los textos que sí explicitaban la autoría, un 61,2% estaba firmado por hombres y un 38,8%, por mujeres.
Las fuentes de información
A pesar de la abundante representación femenina entre el colectivo sanitario español, los resultados de nuestro análisis concluyeron que, entre los 40.522 nombres mencionados como fuente de información en los textos sobre salud y medicina publicados entre 1997 y 2001 en los 5 diarios de la muestra, 32.997 (81,43%) correspondían a hombres y 7.203 (17,77%), a mujeres. En 322 casos (0,80%) el nombre no fue suficiente para averiguar si se trataba de un hombre o una mujer (fig. 2). Cabe aclarar que el hecho de que el número de fuentes mencionadas (40.522) sea mayor al número de textos (30.199) es debido a que en algunos de ellos se cita más de un nombre.
Figura 2. Distribución por sexos de los nombres mencionados como fuente de información en los textos sobre salud y medicina publicados en la prensa entre 1997 y 2001 (algunos textos citan más de un nombre). Diarios estudiados: El País, ABC, El Mundo, La Vanguardia y El Periódico de Catalunya (1997-2001).
Esta sobrerrepresentación de las voces masculinas coincide con el estereotipo más abundante entre gran parte de la sociedad que, tal como muestra un ya clásico estudio9, atribuye a la «persona que hace ciencia» (the scientist) la siguiente descripción: «Un científico es un hombre blanco, vestido con bata blanca y con un bolsillo lleno de bolígrafos y lápices. Es de mediana edad y está calvo o lleva gafas para compensar su miopía».
Por otra parte, el análisis de la evolución del The New York Times, a lo largo de todo un siglo (1900-1999) indica que los resultados obtenidos en nuestro entorno no se apartan de la tónica de este diario de referencia internacional. En concreto, una medida indirecta de la mención a hombres o mujeres como fuentes expertas de información era la determinación de la aparición de palabras como «doctora» o «doctor». Debido a que en inglés la palabra doctor no distingue entre el femenino y el masculino, se determinó la frecuencia de aparición de la combinación de palabras «doctor + he says» o bien «doctor + she says». La primera combinación fue sistemáticamente mucho más frecuente que la segunda (fig. 3).
Figura 3. Frecuencia de aparición de la combinación de palabras «Dr. + he says» y «Dr. + she says» en cualquier parte del texto. Muestras de un año completo cada 10 años. The New York Times (1900-1999).
La información sobre salud de la mujer
Enfermedad, salud y belleza
La definición de lo que se entiende por información de salud es aquí un elemento esencial a tener en cuenta. Así, en el caso de The New York Times, la búsqueda de la combinación de palabras «health + men» y «health + women» ofrecía una representación que podría ser interpretada a primera vista como un aumento en el interés por la salud de la mujer, más acentuado sobre todo en las últimas 3 décadas del siglo xx (fig. 4).
Figura 4. Frecuencia de aparición de la combinación de palabras «health + men» y «health + women». Muestras de un año completo cada 10 años. The New York Times (1900-1999).
Sin embargo, si en lugar de la palabra «salud» (health) se estudiaba qué sucedía con la palabra «enfermedad» (disease), la gráfica variaba por completo (fig. 5).
Figura 5. Frecuencia de aparición de la combinación de palabras «disease + men» y «disease + women» en cualquier parte del texto. Muestras de un mes cada 5 años. The New York Times (1900-1999).
La explicación a esta paradoja radicaba en que gran parte de los textos centrados en temas de belleza y fitness --cada vez más abundantes en la prensa diaria-- incluían las palabras «salud» y «mujer», responsables de la primera gráfica. Sin embargo, cuando se consideraba sólo los textos que trataban sobre «enfermedades», la proporción de los dedicados a la mujer era mucho menor.
Temas relacionados con la salud de la mujer
Para conocer cuáles fueron los centros de atención de la prensa española en relación con la salud de la mujer, se estudió la base de datos del Informe Quiral. De los 30.199 textos sobre salud y medicina publicados en los 5 diarios estudiados durante el período 1997-2001, sólo 2.209 (7,31%) hacían referencia explícita a la mujer.
De las 120 categorías de temas sanitarios que fueron tratados en los 5 años de estudio (según la categorización temática del Informe Quiral), los 2.209 textos referidos explícitamente a la mujer estaban incluidos en 20 categorías temáticas. Es decir, de los 120 temas de salud cubiertos por la prensa, en 100 no se mencionó en ninguna ocasión a la mujer de forma explícita.
Dentro de estas 20 categorías temáticas, no todos los textos se referían explícitamente a la mujer. La distribución de los textos según esta variable (mencionar o no a la mujer) en estas 20 categorías dio lugar a las siguientes observaciones (tabla 1):
1. Entre los temas que con mayor frecuencia se mencionaba explícitamente a la mujer se incluían 5 tópicos relacionados con la sexualidad y el aparato genitourinario, una categoría que agrupa los textos referidos a belleza-fitness-estética y una denominada «iatrogenia» (este tema ocupaba el segundo lugar).
2. Ciertas patologías, como la enfermedad de Alzheimer, el sida o las enfermedades cardiovasculares, si bien fueron tratadas en algunos textos con una referencia explícita a la mujer, esta circunstancia era proporcionalmente infrecuente, en comparación con el número total de textos que cubrían dichos temas
El estudio del tratamiento periodístico dado a algunos de estos temas mostró, además, que aún se siguen reproduciendo determinados estereotipos que distorsionan la información y contribuyen a perpetuar ciertos roles sociales.
Esta observación se produjo en concreto al estudiar los siguientes temas:
Osteoporosis. En este caso, los textos enfocaban el tema generalmente desde una perspectiva informativa, con un uso de informaciones procedentes de revistas científicas especializadas muy superior a la media (el 40,91 frente al 15,28% del resto de los temas sanitarios). No obstante, a pesar de la seriedad y la precisión de la mayor parte de los textos, algunos titulares insistían en ideas estereotipadas («Las mujeres soldado, más frágiles que los hombres» o «Las féminas tienen el esqueleto más ligero que los hombres»), representaban a la mujer en un papel de ignorante o de víctima del sistema («Muchas mujeres no saben que sus huesos han perdido densidad») o incluso llegaron a utilizar expresiones insultantes («Las morenas, gordas y velludas son menos propensas a padecer osteoporosis»).
Estrés y salud laboral. La proporción de textos referidos específicamente a la mujer, sobre el total de piezas que trataban sobre el tema, fue muy baja (un 5%). Pero ni siquiera estos temas en los que se hablaba de la mujer estaban centrados específicamente en el estrés o la salud laboral, sino que eran tratados de forma secundaria. Los podemos dividir en dos grupos: los que informaban sobre la relación entre estrés y otras patologías propias de las mujeres (como el cáncer de mama) y los que trataban sobre la asociación del estrés de la mujer con su capacidad reproductiva y su papel de madre («El estrés impide el embarazo», «El estrés puede adelantar el parto»). Por otra parte, de nuevo en este caso algunos titulares reflejan que el tema no es tratado con auténtica seriedad («El síndrome de Superwoman, el nuevo mal de las mujeres de fin de siglo», «Mujeres estresadas, mujeres sin pelo»).
Iatrogenia/efectos negativos del sistema sanitario. Se incluyen en este tópico tanto los efectos iatrogénicos de las tecnologías médicas como los errores médicos y, en general, los efectos negativos del sistema sanitario. Su tratamiento fue más sensacionalista que el que recibieron otros temas médicos, conclusión que se desprende del hecho de que a pesar de que se trata de un tema que con frecuencia se cubre mediante piezas informativas cortas y poco elaboradas (baja frecuencia en la utilización de los complementos gráficos y el número de fuentes de información) tiene una presencia relativamente importante en las portadas y los lugares destacados de los diarios y, por otra parte, de que el lenguaje utilizado para presentar la información emplea a menudo expresiones dramáticas y radicales (muerte, condena, víctima, riesgo, fraude, culpable, etc.).
La observación de que muchos titulares comenzaban por las palabras «una mujer» («una mujer muere tras someterse a una liposucción», «una mujer queda encinta dos veces en dos meses», «una mujer muere por intoxicación metílica») hizo necesario plantearse si esta particularidad era propia de este tema concreto o bien se producía en general. La búsqueda en la base de datos general de las expresiones «una mujer» y «un hombre» como comienzo de título dio como resultado un total de 73 textos para el primer caso y de 27 para el segundo, sin relación alguna con la temática a la que se refería la noticia. Se concluye así que las razones que explicaban este uso eran más propias del lenguaje periodístico que del propio contenido temático. Es decir, mientras que enunciar que a «una mujer» le ha pasado tal cosa o tal otra parece normal en el lenguaje periodístico, la expresión «un hombre...» como comienzo de título es mucho menos frecuente, prefiriéndose en estos casos una explicación más precisa sobre quién es dicha persona («un médico», «un vecino de tal localidad», «José Martínez», etc.).
Conclusiones
En los diarios estudiados, las líneas generales y las decisiones finales sobre asuntos de redacción corren a cargo de los hombres en la mayor parte de los casos. En el caso de la información sobre salud, el reparto de sexos está más equilibrado, pero a pesar de ello la proporción de textos firmados por hombres sigue siendo superior a la de mujeres. Habría que estudiar quiénes son los responsables de los textos que no aparecen firmados o llevan como firma «redacción» o «agencia».
Las fuentes de información mencionadas en la prensa en relación con los temas de salud son mayoritariamente masculinas (4 de cada 5 nombres corresponden a hombres), a pesar de que las mujeres representan un colectivo muy importante en el conjunto del sistema sanitario.
El aparente aumento del interés por el tema general de «salud y mujer» observado en los últimos años puede estar reflejando, como en el caso de The New York Times, un simple aumento de la atención hacia temas que mencionan la salud como excusa, no como auténtico objetivo informativo (p. ej., en textos que tratan sobre belleza, cuidado del cuerpo, fitness o estética).
Entre los temas en los que más a menudo se ha hecho referencia a las particularidades de la mujer en el período 1997-2001 se incluyen algunos en los que la explicación biológica parece clara (sexualidad, reproducción, trastornos del sistema genitourinario, etc.), junto a otros en los que no existe una justificación biológica, sino social (la iatrogenia y los errores médicos, las cuestiones relacionadas con la belleza o el cuidado del cuerpo y la violencia doméstica). Un gran número de afecciones que tienen implicaciones más graves y frecuentes en las mujeres que en los hombres se cubren por la prensa sin reflejar estas diferencias específicas.
El lenguaje y el tipo de cobertura periodística dado a determinados temas permiten afirmar que aún se siguen reproduciendo determinados estereotipos que distorsionan la información y contribuyen a perpetuar ciertos roles sociales.
Recomendaciones
En primer lugar, se debe intentar una repartición más equitativa en la responsabilidad de la información. En este sentido, se recomienda utilizar los medios disponibles para que se alcance una mejor distribución de los cargos de responsabilidad de los medios de comunicación (al menos, en los de titularidad pública). Además, es necesario realizar un esfuerzo «activo» para salir del círculo rutinario de fuentes de información, incluyendo más voces de mujeres (y manteniendo los criterios de competencia). Este esfuerzo debe hacerse tanto por parte del periodista que busca información como por parte de las instituciones proveedoras de ésta (hospitales, universidades, centros de investigación, industria y administración, fundamentalmente).
Siempre que sea oportuno, hay que incluir una visión de género en cualquier información sobre salud, especialmente en los casos en que esta visión permita comprender mejor la gravedad y/o la epidemiología de la enfermedad en cuestión.
Evitar la inclusión injustificada de adjetivos, expresiones o ilustraciones que fomenten la persistencia de imágenes estereotipadas de mujeres y hombres, especialmente si resultan insultantes o trivializan las enfermedades graves.
Utilizar los espacios destinados para la opinión de las personas ajenas a la redacción (especialmente los artículos de opinión y las cartas al director) si se detecta un tratamiento injusto, erróneo, insultante o poco apropiado de la información sobre la salud.
Agradecimientos
Este estudio ha sido realizado gracias al apoyo de MSD, en el marco del convenio con el Observatori de la Comunicació Científica (OCC) que tiene por objetivo fomentar el debate y mejorar la información sobre la salud de la mujer.