La tendencia del gasto social a distribuirse hacia las edades más avanzadas se ha advertido en varios países desarrollados. Mientras el envejecimiento de la población es una tendencia común, no es obvio por qué el cambio en los gastos excede a la propia evolución del envejecimiento, o por qué el gasto aumenta en términos por cápita.
En la primera parte del artículo mostramos que hay indicios claros de esta tendencia en España, identificamos a los colectivos perjudicados, abordamos las políticas que afectan a esta tendencia, y proponemos ajustes basados en la regla de proporciones fija de Musgrave para una distribución intergeneracional más justa. Son las políticas relacionadas con el envejecimiento poblacional, con la inserción laboral de jóvenes y mujeres, y las estrategias del work-fare, junto con las más tradicionales del welfare.
En la segunda parte insertamos el gasto sanitario público en el conjunto del gasto social. Adoptamos la perspectiva de que las políticas sanitaria y social deberían ser más horizontales, menos dependientes del formato de financiación, y coordinadas con visión intersectorial en su destino e interdepartamental en su origen. El criterio normativo de equidad pretendido debe ser explícito y preciso. Las políticas deben asegurar coherencia entre los distintos tipos de prestaciones públicas, y determinar la cuantía de componentes de bienestar adicionales a los derivados de la renta personal, para compensar su desigualdad mediante prestaciones públicas monetarias o en especie.
En España (1980-2000), el grupo de edad más avanzada ha sido el que ha obtenido unas mayores ganancias, «acaparando » una mayor proporción de recursos, que han aumentado más allá de lo que podría explicarse solamente por el envejecimiento de la población. Los «perdedores» son individuos en diversas condiciones de fragilidad y, en términos medios, la generación de trabajadores más joven es la categoría de edad que ha sufrido las mayores pérdidas relativas.
The tendency for public welfare spending to be increasingly aimed at the elderly has been identified in several developed countries. While population aging is a common trend, it is not obvious why the shift in spending exceeds the trend in aging, or why per capita spending on the elderly is increasing.
In the first part of the present article, we show that this trend is occurring in Spain, identify the losers from this development, discuss the policies that underlie it, and propose adjustments based on Musgrave's fixed proportions rule for fair intergenerational distribution. These policies aim to manage population aging, labor market participation of youth and women, as well as public policies that combine ‘work-fare’ strategies with the more traditional ‘welfare’ strategies.
In the second part of this paper, we explore the contribution of public health expenditure to overall public social expenditure, and analyze the effect of increasing health on distributional fairness. This analysis is guided by our perception that social policy, including health policy, should be more horizontal, i.e. it should take into account the sum total of a mixed basket of resources aimed at any recipient group, to avoid the skewed allocation of resources that arises from compounding various independent distributions of resources. Coordination of the various channels of social expenditure should ensure precisely targeted recipients and cross-departmental sources. The normative fairness criterion to be used should be precisely specified.
In Spain (1980-2000) the oldest segment of the population has gained the most, appropriating an increased share of resources. This increase goes beyond the amount that could be explained by population aging throughout the period. The ‘losers’ are individuals with different fragility conditions. On average the youngest working group has suffered the highest relative loss.