Conocer el perfil sociodemográfico, serológico y determinar las prácticas de riesgo de infección por el VIH de las personas que consultan por primera vez al Centro de Información y Prevención del SIDA de Valencia.
MétodosSe realizó un estudio transversal descriptivo tomando como población de estudio, durante el año 1995, a 1.573 personas. La información utilizada se obtuvo de la historia clínica, donde se recogieron datos sociodemográficos, prácticas de riesgo para la infección por el VIH y pruebas serológicas de VIH, VHB y VHC. Los cálculos de prevalencia se realizaron por el método binomial exacto para un intervalo de confianza del 95%. Se realizó un análisis de Ji-cuadrado para la comparación de proporciones entre las variables cualitativas.
ResultadosLa distribución por sexos fue de: 66,1% varones y 33,9% mujeres; la edad media de la población fue de 29,01 (DE: 9,2 años). Las personas consultaron más frecuentemente por las siguientes prácticas de riesgo: relaciones sexuales sin protección (25,2%) y la adicción a drogas por vía parenteral (22,6%). La prevalencia global de infección VIH fue de 12,7% (IC 95%: 11,2-14,5). Entre los pacientes VIH positivos (n = 201), la vía de transmisión sexual representó un 30,8% de los casos, de los cuales 30,6% mantuvieron relaciones homosexuales y 69,4% heterosexuales.
La prevalencia de infección VIH para las diferentes prácticas de riesgo fue: 36,8% (IC 95% 31,7-42,0) en adictos a drogas por vía parenteral; 24,1% (IC 95% 17,1-32,2) en relaciones heterosexuales con pareja infectada por VIH y 9,5% (IC 95% 5,8-14,5) en relaciones homosexuales entre varones. La prevalencia de anticuerpos frente al virus de la hepatitis C en los adictos a drogas por vía parenteral fue de 81,2% (IC 95% 76,7-85,1). Se detectó una asociación estadísticamente significativa entre la infección por VIH y las siguientes prácticas de riesgo: ser adicto a drogas por vía parenteral, venta de plasma y tener pareja de riesgo (VIH positiva y/o adicta a drogas vía parenteral).
ConclusionesLas personas adictas a drogas vía parenteral siguen siendo una población diana para los programas de prevención. Los datos sugieren que es necesario continuar trabajando en programas de prevención y educación sexual, dirigiendo el mayor esfuerzo hacia la población joven y a las parejas sexuales de adictos a drogas por vía parenteral y portadores del VIH.
The purpose of this study was to describe the sociodemographic and serologic profiles in a first time consultant population at the Information and AIDS Prevention Center of Valencia (Spain). In addition, the HIV infection risk factors were analyzed.
MethodA cross-sectional study was performed on 1,573 persons who consulted during the year 1995. Sociodemographic and infection risk practices data were recorded and serologic information about HIV, HBV and HCV infection were obtained. Exact binomial method with a 95% interval confidence was used to calculate infection prevalence and the chi square test to make comparisons between qualitative variables.
ResultsSex distribution was 66,1% males and 31,9% females; mean age was 29,01 (SD: 9.2) years. Sexual intercourse without condom (25.2%) and parenteral drug abusers (22.6%) were the more frequent risk groups seeking consultation about HIV infection. Global HIV infection prevalence was 12.7% (95% CI= 11,2-14,5%). Among HIV seropositive patients, sexual transmission acconted for 30.8% of cases, of which 69.4% were heterosexual relations.
The HIV infection prevalence for different risk groups were the following: parenteral drug abusers 36.8% (95% CI= 31,7-42%), heterosexual intercourse with an HIV-infected partner 24.1% (95% CI= 17,1-32,2%) and homosexual intercourse between men 9,5% (95% CI= 5,8-14,5%). HCV antibody prevalence for parenteral drug abusers was 81.2% (95% CI= 76,7-85,1%). Risk practices with a statistically significant association with HIV infection were: being an injecting drug abuser, as well as having an HIV infected and/or a injecting drug abuser partner.
ConclusionsDrug parenteral abusers are still the target population for prevention programs. Data suggest that prevention and sexual education programs must continue. The main effort should be focused on the young population and on sexual partners of injecting drug abusers and/or HIV seropositive partners.